lunes, mayo 11, 2020

Mascarillas en la vuelta al cole. (The moody Blues "The voice" 1981)


Pretenden que las escuelas e institutos abran en clases de no más de 15 alumnos de forma que se alterne un modelo a distancia con otro presencial. Lo dijo la ministra de educación a la que tenía por un poco más espabilada aunque supongo que la idea la ha cogido de otros lugares donde quieren hacerlo también como Francia o Bélgica.

Quizás no se ha dado cuenta de que por lo general las clases españolas tienen más de 30 alumnos por lo que habría jóvenes que irían a clase cada 3 días. Probablemente no se percate tampoco de que en los institutos, por aquello de ahorrar profesionales, las clases se abarrotan en las asignaturas troncales y después se dividen por las diversas opciones, es decir, la clase se divide varias veces como una hidra y se junta con las divisiones que se forman de otras para volver a llenar la clase con lo que ello implica, cada vez que termina una clase hay un movimiento multitudinario por los pasillos de muchos centros que no permiten mantener distancia social y como los jóvenes no dejan de tener conciencia de inmortales ni podrán mantener dicha distancia ni se preocuparán demasiado por mantenerla.

Para impartir clases a distancia se precisan profesores que no pueden ser los mismos que están dando clase presencial precisamente por eso, porque no tienen el don de la ubicuidad, la opción de poner más clases tiene el mismo problema, deberían multiplicar por 2 el número de profesores, o incluso por tres si la clase tiene más de 30 alumnos.

Por otra parte, los que quieren abrirlo todo a toda costa, sugieren que se solucione simplemente obligando a todos ellos a llevar mascarillas. Pero éstas dejan de ser efectivas a las 3 o 4 horas y en todo caso hay que saberlas llevar. Por el parecen si dos personas se encuentran a menos de 2 metros durante 15 minutos, las mascarillas previenen un 98.5% los contagios si las dos personas llevan mascarilla.

Parece suficiente protección, pero si hay un enfermo en una clase de 40 alumnos. Uno enfermo puede estar a una distancia menor de 2 metros de al menos otros 6 o 10. Cada 15 minutos existe la posibilidad de contagiar al 1.5% de aquellos que estén a su alrededor. En los primeros 15 minutos que todos lleven mascarilla evita prácticamente todos los contagios. En una hora habría 0.6 contagios, pero si estuvieran 8 horas en clase, la probabilidad nos dice que casi la mitad de esos 10 se habría contagiado. Eso sin contar con que el virus entra también por los ojos, de ahí lo de las gafas y viseras que vemos en los sanitarios.

De hecho hay más de 40.000 sanitarios contagiados, la razón está en que la protección que llevan es más bien floja y eso que no están en contacto con tantos pacientes a la vez aunque sí durante muchas horas al día. La mascarilla que llevarán los alumnos será peor. Si tardan en contagiarse será porque evidentemente si no hay nadie contagiado en clase, no se producirán contagios, pero la velocidad a la que se transmita la enfermedad cuando sí los haya será interesante porque al ser jóvenes, también es más probable que la lleven asintomáticamente y solo se detecte cuando contagien a algún adulto de su propio domicilio.

¿No me llevarás de regreso a la escuela?, es como empieza este tema de The Moody Blues, y la respuesta debería ser: No hasta que me asegure de que no hayan alumnos que puedan contagiar. Vamos, que deberían hacer como con los futbolistas, tests con una cierta frecuencia a todos los alumnos para poder aislar aquellos que puedan tener la enfermedad. Dotarles de gafas y mascarillas con un grado superior de protección y reducir en lo posible la duración de las clases. Si además se contratan más profesores y se amplían las clases para reducir el radio de contagio, la vuelta al cole es posible. Soluciones hay... pero como siempre, cuestan dinero y claro, el problema que ahora ven es solo económico y lo último que quieren es gastar dinero. Unos pocos, cientos o miles de muertos es más rentable, aunque como ya dije, seguramente provoque una crisis mayor y por consiguiente una perdida económica superior a gastar dinero en esas medidas.



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