sábado, julio 10, 2021

Cobarde deshumanidad.


 

No es algo de ahora, la humanidad es cobarde desde que existe. Busca el grupo para protegerse porque tiene miedo a enfrentarse sola a otro grupo, así nació la tribu, la aldea, la ciudad y el estado. Así nacieron los nacionalismos y todos los demás ismos. El machismo iba de serie con todo lo anterior, el chulo del grupo existió también desde el principio. Uno que tuvo miedo de otro y se puso a su servicio. La ley del más fuerte, pero el más fuerte también era y sigue siendo un cobarde. Necesita del grupo. Si el grupo está contra él, ser más fuerte no significa nada, todo es cuestión de números, si no pueden dos, podrán tres, siempre habrá un número que sea suficiente, por muy cobarde que sea, para superar al más fuerte. Pero el fuerte lo sabe, y convence, lo hace uno a uno, porque es cobarde. Pero el resto, la humanidad en general es tan cobarde, que siempre se deja convencer, nadie quiere abandonar el grupo aunque lo que haga ese grupo sea una cobardía, hacerlo sería un gesto valiente, pero inutil, la cobardía es práctica y ha ido evolucionando con la especie convirtiéndose en su principal característica.

 Esperanza Paloma ha escrito un artículo en el Heraldo de Aragón que va acompañado de la foto que he puesto arriba. Espero que me perdone, pero al leerlo, me acordé de un chiste que ya se contaba en los 80, "No sabéis lo que me ha pasado, paseaba por el barrio del carmen y he visto a cuatro skins dandole una paliza a un punk, al verlo, pensé, me meto o no me meto.... al final me metí... y no veas como quedó entre los cinco". Quizás sea por ello que ahora se habla de la violencia gratuita de tom y Jerry y de lo políticamente incorrecto que es Bugs Bunny, o de que hay canciones que ya no se pueden cantar porque incitan a la violencia. Porque resulta que aquello que podía hacer gracia entonces, ahora ya no es un chiste, ahora aquel chiste me entristece sobremanera porque se ha convertido en una triste realidad y un grupo de desconocidos que ve como le pegan una paliza a un chico que no ha hecho nada, decide que en lugar de evitarlo, porque son suficientes para hacerlo, deciden sumarse a la paliza y como no hay cuerpo par recibir los golpes de todos, unos golpean y otros jalean a los agresores hasta que acaban matándolo.

No se si ya he contado por aquí que en el colegio era raro el día en el que el chulo de la clase no deleitaba a todos los cobardes del colegio dándome una paliza o mandaba a uno de sus acólitos en labor de acoso y derribo. Más tarde, cuando tenía unos 16 o 17 años, puede que menos, íbamos los viernes por la tarde a una discoteca, Flamingos, no se si seguirá allí.  Recuerdo un día que al salir de la misma siempre había una pelea que más bien era un linchamiento pues los golpes tenían un reparto algo desigual ya que por lo general uno golpeaba y otro recibía los golpes. Un día no había pelea y un grupo que nos vió al salir nos saludó sin que les conociéramos de nada. Sin saber por donde nos venía, acabaron delante de nosotros, muy chulos, muy cobardes y así recibí mi primera paliza, digo paliza pero no se si recibí más de un golpe que es el único que recuerdo, muy certero,  en la nariz, así que a la vista de la sangre nos dejaron en paz y pude ir sangrando tranquilamente al ambulatorio. Lo peor fue mi padre, cuando al preguntarme por lo que me había pasado, reflexionó y me preguntó si estábamos solos, y me preguntó  por lo cobarde que era la gente con la que me movía en los antros que frecuentábamos, y no se refería al chulo ni a mis amigos, sino al resto de la gente, la que miraba lo que pasaba. Entonces me dí cuenta de que si hubiera salido cinco minutos más tarde habría visto como el chulo de turno le partía la nariz a un chaval alto pero muy enclenque en medio de todo el montón de gente que salía a esa hora a mirar quien se pegaba pues sabía que siempre pasaba lo mismo.

Con el tiempo, cuando he visto algo similar he intervenido para evitarlo, he tenido suerte, tampoco me ha pasado tantas veces. Eso sí, soy igual de alto, incluso más, pero algo menos enclenque y se lo suelen pensar dos veces, aunque quien me acompaña o a quien le cuento lo que me pasa me dice siempre lo mismo, te arriesgas demasiado. Alguna vez he tenido miedo... ¿dije alguna?, en realidad siempre lo tuve. Porque soy un cobarde y cuando me meto lo hago pensando que el otro u otros no lo saben, que además parto del convencimiento de que el acosador, el maltratador y el chulo, son también unos cobardes. Eso sí, también sé que no tengo ni la fuerza ni la habilidad ni la experiencia para enfrentarme a ninguno de ellos y que en cualquier momento puedo acabar mal parado.

Hace ya bastantes años que no he tenido ocasión de intervenir, pero por lo que veo, la violencia se ha institucionalizado y acabarían hablando de mi como el que también murió, se hablaría del heroe como el que se enfrentó a los terroristas con un monopatín. Se condena la violencia de Tom y Jerry y hasta se habla de que los aristogatos son un ejemplo racista, pero al mismo tiempo vemos el vídeo en el que le dan la paliza de muerte a Samuel, ya no se aprende a distinguir lo bueno de lo malo a partir de violencia ficticia, las manadas y marabuntas se han criado viendo violencia real  y la emulan como si de un videojuego se tratase. Se habla tanto de lo que correcto que el mensaje ya no llega a ningún lado como los avisos en el paquete de tabaco de lo malo que es fumar. Que mata... dice, y el que fuma se echa a reír.

Ahora se habla más de la orientación sexual del agredido que de la agresión en sí, y no ha sido una agresión, ha sido un asesinato, dirán homicidio, pero el resultado es el mismo. Un grupo de cobardes creció en número de cobardes para matar a un chaval.

Le llamaron maricón pero cualquier excusa habría sido suficiente porque los cobardes lo único que vieron fue a un chico que no parecía que pudiera defenderse de todos ellos a la vez ni aunque le hubieran atacado uno a uno. Pero ahora soy yo el que se pone en el pensamiento de mi padre, tengo más años que los que tenía él entonces y me doy cuenta de que algo se ha estropeado aún más si cabe desde entonces. Ahora alguno de los que miran, se suman a la agresión, lo demás, miran hacia otro lado.

Antes, ser diferente también era motivo de agresión, cada tribu agredía a la vecina, punks, heavies, skins, rockers... y se hablaba de peleas de pandillas aunque no lo fueran, aunque fueran palizas en toda regla. A veces se habla de manadas, como si se tratase de lobos, pero no ofendamos a los lobos, cuando lo que son es algo peor. Es lo que somos, una cobarde deshumanidad. Ahora se habla de otras diferencias, mujeres y el colectivo LGTBIQ+, lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, hoy me he enterado que el  "+" representa a  cualquier otra minoría que no se sienta suficientemente representado con las demás siglas. Yo escribo en blogs de audiencia minoritaria... ¿entraría en esa categoría?, pero en realidad lo que estamos describiendo son más tribus, aunque con tantas categorías es raro que en un grupo de agresores no se encuentren representadas más de una de ellas.

En fin, la canción, the ghost in you, de Psychedelic Furs, algo que se escuchaba en aquella época en la que descubrí cuan cobarde puede ser el que pega. Un tiempo en el que cobré conciencia de lo cobardes que son a su vez los los que miran, y cobré conciencia de que yo no era más que otro de esos cobardes que miraban. El problema es que por lo general, cuando pasa algo así, no hay más de uno que se enfrenta a su cobardía para interponerse, y ciertamente, me sorprende que el senegalés que se entrometió cuando empezaron a pegarle, no acabase igual que el pobre Samuel.


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