sábado, abril 04, 2020

Ética de pandemia.

Según las circunstancias y el tiempo que nos toca vivir, la ética y la moral evolucionan o involucionan pero en todo caso cambian. Todos hemos visto la película Titanic, la ética de nuestra sociedad ha ido cambiando con el tiempo pero no es tan distinta de aquella y en todo caso su realización se adaptó a la ética del momento en el que se hizo la película que es mucho más cercano que el momento histórico que describe.

Las clases sociales que allí se describen siguen existiendo de una forma parecida aunque la alta es ahora menos visible o al menos parece pretender pasar desapercibida. Entonces todos, los pobres y los ricos, viajaban en el mismo gran barco para desplazarse entre continentes. Los que hacían el viaje por negocios o placer junto a los que lo hacían buscando una oportunidad de trabajo. En aquel entonces no había pateras que llegasen a América por lo que el rico viajaba con el de la patera en el mismo medio de transporte. La naviera se encargaba de que los unos y los otros no ocupasen el mismo espacio así que aunque no había botes para todos, la clase alta casi los tenía garantizados.

Sin embargo, a pesar de que se cerraron las salidas de las clases bajas mientras se llenaban los botes de ricos; quien sabe si por fuerza o por ética, o una licencia de la película, una parte de los pobres llegaron a cubierta de todos modos por lo que hubo una gran competencia para ocupar los últimos botes. Se puede decir que al principio primó la ética de naufragios. El clásico, las mujeres y los niños primero y el capitán es el último en abandonar el barco. Ciertamente, el capitán no abandonó el barco y la mayoría de los botes se ocuparon con mujeres y niños... y como no, algún que otro, sobre todo rico, que demostraba que la ética resulta flexible cuando la vida propia está en juego. Estos últimos actuaron de forma que según la ética general de la época habrían hecho algo reprobable y por tanto mal visto. En la película se muestra también que aunque la mayoría de los botes no estaban completos, solo uno volvió, tarde, para buscar supervivientes. Algo que la película muestra como falto de nuestra ética actual pero que entonces no les debió parecer tan reprobable pues no me consta que nadie les echase en cara dejar morir al resto.

En todas las guerras se aplica una ética similar de protección al débil. Al margen de la distinción de clases también se introduce el matiz de que al débil del enemigo también se le protege, claro que algo menos. Así que siempre un grupo importante y mayoritario que, considerando su propio bando, decide que hay que proteger a los más débiles por encima de otras consideraciones protegiendo su retirada o arriesgándose frente al enemigo para proteger al resto.

No pensemos que esta ética de proteger al débil es una reacción exclusivamente humana. En los documentales vemos como la manada protege a los más débiles del depredador y creo que alguna vez he comentado que la manada, cuando huye, lo hace a la velocidad del más débil. Por lo general éste no deja de ser el individuo que resulta ser cazado pero también es cierto que por ejemplo los búfalos de la manada acaban dando la vuelta para enfrentarse a los leones que lo cazan y veces hasta lo liberan.

España es un país líder en trasplantes de órganos. Lo es porque el donante es universal, todos lo somos al morir salvo que hayamos dejado escrito que no lo queremos ser. Como hay muchos donantes, la medicina no se enfrenta a las  familias que se oponen pero aún así, superamos a todos los países del mundo en trasplantes de órganos. No hay un requisito social para recibir un órgano, por lo que las clases altas no tienen preferencia (al menos conocida). A partir de cierta edad no se realizan trasplantes porque la esperanza de vida del trasplantado no se incrementa con el trasplante y su calidad de vida sí resulta francamente afectada a peor durante una larga temporada. Al margen de ello, la ética actual hace que el criterio de trasplante ponga por delante en la lista de espera a los pacientes en peor estado. Los más débiles... por seguir con la misma terminología. Es habitual que una persona con un problema de hígado, acabe estropeando otros órganos por lo que el que peor está, puede necesitar dos o más trasplantes de distintos órganos. Que haya más donaciones no significa que sobren donantes, por lo que son muchos los que acaban muriendo sin recibir su trasplante. Uno podría pensar que si en lugar de dar tres órganos a uno, se dieran a tres personas distintas, las probabilidades de éxito serían superiores, pero la ética protege al más débil. Se confía en que el siguiente de la lista, por estar en mejor estado, aguante en vida hasta recibir su corazón, pulmón, riñón, hígado o la víscera de que se trate. Efectuar el trasplante en alguien menos débil se considera contrario a la ética, y perder la ética en ello podría llevar a perderla en otros aspectos al favorecer a unos mas fuertes frente a otros más débiles. Igual es algo pragmático, si la gente supiera que se hacen favoritismos... igual aumentaba el número de gente que se declaraba en contra de ser donante.

Pero la ética cambia. Ya vimos hace unos pocos años como un capitán abandonaba un crucero de Costa Crucero que se hundía por incompetencia. No eran todos ricos, pero no había ningún pobre. Ni mujeres, ni niños, ni leches... que como ahora somos todos iguales. Sálvese quien pueda. La nueva ética. Aunque niños habrían pocos, los débiles eran esas personas mayores que habían decidido pagarse un crucero en la jubilación. Su suerte, que estaban al lado de la costa, en medio del mar habría convertido al Titanic en un ejemplo de solidaridad.

Por lo que ya se veía venir. Con el covid-19 no tenemos la ética reprobable del Titanic, ni la de los trasplantes, ni la de guerra, sino mas bien la del Costa Concordia. Así que entre los primeros ingresados sí había mayores de 80. Lo sabemos porque son algunos de estos los que salen ahora en la televisión donde no se para de mencionar que se trata de centenarios que salen del hospital después de superar la enfermedad. Ello demuestra que sí, que también pueden curarse, y no hay dudas de que son los más débiles, los que tienen menos probabilidades de sobrevivir si no se les trata.

Pero la ética es nueva, y ante la falta de medios, se ha optado por no tratar a los mayores. Ya no se les ingresa, se les deja en las residencias en las que mueren y después nos llevamos las manos a la cabeza por las montañas de féretros en pistas de hielo o aparcamientos. Se prefiere atender a gente con más probabilidad de supervivencia. Menos mal que los niños no están resultando especialmente afectados, ¿los dejaríamos morir en casa porque tienen menos probabilidades de supervivencia?, la ética no está tan estropeada, o es algo peor. Porque el panorama que sigue al actual es el de una crisis sin precedentes, cuantos más jubilados mueran, menos pensiones hay que pagar. Espero que no sea por esto último, pero tengo claro que efectivamente, la ética evoluciona, y de lo que no tengo ninguna duda es de que no está evolucionando a mejor.










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