lunes, marzo 30, 2020

COVID-19. Parando máquinas.

Con un tercio de la población mundial en cuarentena, otro tercio sin oficio ni beneficio y el tercio restante viéndolas venir, definitivamente, lo que mejor describe la situación es la de un barco parando máquinas. Uno podría pensar que parar máquinas no es un gran problema, a fin de cuentas los suministros básicos siguen funcionando por lo que mientras el barco no tenga problemas con los mismos parece que todo consiste en volverlo a poner en funcionamiento cuando pase el problema.

Sin embargo aún con los suministros garantizados, no es lo mismo parar máquinas en medio de un océano en calma que en medio de una tormenta a la vista de los faros que avisan de la proximidad de lugares en los que encallar, un barco a la deriva en este último supuesto es un barco condenado a un naufragio inminente.

El COVID-19 no es el SARS en términos de mortalidad, pero tampoco es una gripe. El porcentaje de población que precisa de cuidados médicos es muy elevado y dentro de estos, los que acaban pasando cerca de un mes en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) es a su vez muy superior a las capacidades de países, en teoría "avanzados" como España e Italia, de hecho está empezando a superar las capacidades de otros "más avanzados" como Francia y Reino Unido. Es precisamente en éste último donde el impresentable que lo gobierna declaró hace un tiempo que no era preciso parar máquinas para pasar el mal trago lo más rápido posible, que murieran los que tuvieran que morir que de todos modos no serían tantos y una vez inmunizado el resto, se acaba el problema. Ya no dijo, aunque no dudo que lo pensase, que como la enfermedad afectaba sobre todo a las personas mayores, el ahorro en pensiones iba a ser considerable.

El discurso de Trump era similar al de su homólogo británico, a fin de cuentas, el hecho de que China saliera del problema antes que el resto le daba ventaja a la hora de recuperarse económicamente, lo único que tenía que hacer era vender equipos médicos donde antes vendía todo lo demás y hacerlo a un precio muy superior, ley de la oferta y la demanda... uno de los principios del capitalismo.

Aun así, la economía ha primado sobre la salud en todos los países. Porque la parada de máquinas es relativa. La sanidad no se podía parar. Así que el criterio para decidirse a parar el resto ha sido el de intentar no sobrepasar en demasía las capacidades sanitarias. Aplanar la curva de infectados ha sido el mantra que no paran de repetir unos y otros. Más que suavizar la curva de infectados la intención era la de la de aplanar la curva de personas que necesitan atención médica por debajo de las capacidades máximas del país. Si la linea que define dicha capacidad médica está ya superada sin necesidad del COVID-19, las medidas que se tomen no servirán de nada. Si por el contrario esa linea se situa a una altura considerable, la estrategia será la de no parar máquinas porque se confía en que el sistema sanitario podrá afrontar el problema. En Holanda por ejemplo han llamado a las personas mayores para que decidan si quieren ser tratadas o pasar la enfermedad en casa, eso evita la saturación de la sanidad por parte de los pacientes más probables y como de todos modos no los van a contar como fallecidos por COVID, evitan en parte la alarma social de tener números como los que se presentan en Italia o España.

No cabe ninguna duda, al menos para mí, de que en China murieron muchos más de los que anunciaron. Nadie se pone a construir hospitales en 10 días salvo que tenga datos de que se les están muriendo demasiadas personas por falta de asistencia médica.  Los hospitales necesitan una infraestructura adicional para llevar oxígeno a los pacientes que no se cubren con medicalizar hoteles, polideportivos o salas multiusos salvo que se tengan botellas suficientes para cubrir la demanda. Así que la demanda debió ser tan grande que la medida se hizo necesaria. Además, no teniendo un referente previo, la enfermedad se extendió libremente durante mucho más tiempo antes de ser detectada... también fuera de China, como hemos visto.

En Italia contabilizan como fallecidos a todos aquellos que mueren habiendo dado positivo en COVID19 aunque la causa pudiera ser otra. En España se empezó a realizar análisis a fallecidos por neumonía anteriores al inicio de la crisis pero ahora no hay suficientes tests por lo que hay muchos que pueden fallecer de COVID 19 que no se contabilizan aunque el resto se contabiliza como en Italia y sí se cuentan a las personas mayores que fallecen en residencias si estaban diagnosticadas o tenidas como sospechosas de padecer la enfermedad. En el resto de Europa no se cuenta a los que mueren en las residencias, pero Francia, con toda su capacidad sanitaria, está derivando pacientes a Suiza y Luxemburgo. Dime cuantos tienes que tratar... y te diré cuantos te mueren.

Hay varias provincias en España que tratan a todo aquel que tiene síntomas como enfermo de COVID, es decir, le dicen que guarde cuarentena y que vuelva a llamar si cree que se está muriendo. Si se muere... no había realizado el test, así que muere de otra cosa. Así resulta fácil aplanar la curva. No soy matemático aunque en mi juventud pretendía serlo. No me quedaron los conocimientos, solo la mentalidad inquieta de las matemáticas. Por ello, no puedo menos que dudar cuando dicen que el porcentaje de contagiados va bajando. Imaginemos que el primer día hubo uno contagiado. Con uno solo que hubiera el siguiente, el aumento era del 100%. El porcentaje se mantiene al 100% si el siguiente día hay 2, y así sucesivamente. 1, 2, 4, 8, 16, 32... para decir que no baja el número de contagiados. Si el sexto día hay menos de 32 contagiados, ya estamos bajando la curva, pero es que no hay más narices a que baje. En 15 días tendríamos 32768, pero en un mes llegaríamos a 1073 millones. Está claro que nunca se subirá por encima de la capacidad de hacer tests, y si no se hacen más de 15000 al día, a partir del día 14 la curva baja por la imposibilidad de medir más allá. Así que casualmente... en España y en Italia, a partir del día 14 se aplana la curva.

Ya se supone que los contagiados curados no se vuelven a contagiar, así que está claro que llegará un momento en el que realmente baje el número de infectados. Las medidas de cuarentena se relajarán antes de que desaparezca la enfermedad, y por lo tanto seguirán contagiándose personas y un porcentaje de las mismas seguirán necesitando asistencia médica. El cálculo que hacen todos los paises es el de hacerlo cuando ese número sea inferior al que pueda afrontar la sanidad del país sin que estalle una alarma social. Hacer muchos tests, es una forma de calcular cuantas personas se han inmunizado ante la enfermedad, además de servir para descubrir, ojalá no pase, si el COVID ha mutado de forma que vuelva a afectar a los curados, es decir, que pudiera volver a empezar.

La India ha decretado la parada de máquinas sin que haya trascendido un número de casos que lo justifique, habría que mirar como tienen las instalaciones hospitalarias o más fácil, si tienen capacidad para enterrar a todos sus muertos. Porque, al final, el dato que nadie puede negar es el de las funerarias sin capacidad de tratar tanto cadáver. En China se escucharon rumores, en España se ha tenido que habilitar al ejército para trasladar difuntos, en Italia se ha visto como lo hacía.

Me imagino que en la India debía pasar otro tanto y la alarma social y los disturbios los iban a tener tanto si decretaban la cuarentena como si no. La cuarentena entonces no es una medida sanitaria, es una medida policial, no es un estado de alarma, lo es de excepción, o de sitio. Cada país tendrá sus grados para definirlo en función de las medidas que tome.

Las autoridades confían en que el número de infectados recuperados más el buen tiempo reduzca la incidencia del virus. Claro que ello se convierte en una mala noticia para los países del otro hemisferio de la tierra, ahora empieza el frío así que si tienen algunos casos, puede que tengan muchos más porque el efecto será el contrario. Seguro que alguien dirá que tenían que haber cerrado fronteras y parado máquinas. La simple sospecha de que pueda pasar algo así ya despierta el temor a un nuevo corralito en Argentina. Escoger entre un 20% de muertos por el virus y un número indeterminado de muertos de hambre, puede hacer que las medidas que se tomen sean más relajadas de lo deseable. Quizás por ello no hay casi casos en África, total, iban a morir de todos modos, lo único que se ha hecho es anticipar la fecha de defunción.

El mundo ha entrado en un dilema ético que afecta a ricos y a pobres por igual. Por unos días la tierra se está beneficiando de que el mundo rico esté intentando salvar a sus mayores, o a que no se les reproche por intentar salvar al mayor número posible de ellos. El parón industrial tiene como efecto secundario una bajada de la contaminación. Pero no nos engañemos, ya han decidido que la economía es más importante que la salud, y eso incluye la del planeta.

No voy a entrar en teorías conspiranoides, pero en toda guerra, y ésta es una guerra mundial, hay un colectivo que sale favorecido y por tanto resulta parte interesada en que se regule la población mundial. En primera instancia afectará a países en los que la media de edad era muy alta, es decir, donde había muchos recursos dedicados a pagar pensiones y servicios a las personas mayores. En segunda, la crisis subsiguiente se llevará por delante a otros tantos, sobre todo a los más desfavorecidos y pobres. Y por último, la preocupación por la crisis del clima se devaluará y se dejará para más tarde. Averiguar quienes resultan beneficiados de todo esto no nos asegura que sean los responsables de que se haya creado la pandemia, pero en caso de que haya un responsable de ello, habrá que buscarlo entre estos últimos.

No hay comentarios: