lunes, diciembre 09, 2019

Verdades relativas, interesadas y mentiras.

Vivimos en la era de la comunicación, pero estar comunicados, tener acceso casi ilimitado a la información no nos diferencia casi de la edad media cuando la información llegaba a las aldeas con los rumores que traía algún viajero o con las historias que contaban los juglares. Estos últimos derivaron en los periódicos, la radio y la televisión y los primeros en wassap, twitter, instagram o la aplicación de turno.

La verdad absoluta no existe para nadie. ¿Si algo sucede en un sueño?, ¿es verdad?, ¿ha sucedido? No existe ningún medio que nos permita asegurar que todo lo que consideramos como real no pertenezca en realidad a un sueño. Así que lo único que podemos hacer es recortar la afirmación y relativizarla al mismo asegurando que por lo menos, es verdad en ese sueño.

Pero nada nos impide volver a relativizar la verdad. Es lo que ocurre cuando observamos la misma noticia en dos medios opuestos. Cada uno de ellos la relativiza de tal modo que cuando se contrastan ambas noticias (que debieran ser la misma verdad) parecen contar verdades distintas, opuestas, que llevan a sus seguidores a considerar la otra versión como simplemente falsa.

No hace falta irse a los medios para ver esa dicotomía, también ocurre en el circo del fútbol. Dos espectadores viendo el mismo partido con la misma perspectiva del juego, observan distintas verdades dependiendo del equipo al que pertenecen. De alguna forma llevan una versión de la realidad pregrabada de serie, y aunque el resultado del partido sea el mismo en ambas realidades, el análisis que de aquel hace cada uno será incompatible con el que realice el contrario.

Sin embargo,  por mucho que fantaseen los seguidores de un equipo de fútbol, nadie es de un equipo de nacimiento. La construcción de esa realidad relativa es un proceso progresivo. Progenitores, familiares y amigos muestran en primer lugar la existencia de esas realidades alternativas sobre distintos equipos y se generan distintas corrientes de pensamiento dentro de cada individuo. A falta de un criterio que nos permita distinguir la realidad más verdadera, se acaba entrando en la elección de la opción aparentemente mayoritaria o aquella que parece minoritaria pero más argumentada.

Ambas son aparentes. Una persona nacida en un pequeño país con toda su población perteneciente a una religión, optará por la "verdad" que ofrece la mayoría de su entorno, independientemente de que la mayoría mundial real opte por otra religión. El cristianismo es por otra parte la religión con más seguidores, un 33%, sin contar con que en realidad ese porcentaje engloba un gran número de sectas con doctrinas, y por tanto realidades diferentes. Aún así, ese 33% no considera que hay un 67% que decide que la realidad es otra. En cualquier caso el proceso de conversión sigue el mismo proceso por el que uno pertenece a un equipo de fútbol o a otro.

La otra opción es también aparente.  Uno opta por pertenecer a la mayoría, o por distinguirse de la misma. Para ello deber tener acceso a la información de la realidad alternativa. Es lo que hace que en una familia en la que todos son del atleti, salga uno del barça. Por un lado está el afán por distinguirse del resto, por otro, volvemos a las mayorías relativas. Si solo contamos los que son de un equipo, la mayoría parece pertenecer a ese equipo. Si solo contamos los frutos de un huerto de naranjos, la mayoría de las frutas del mundo son naranjas.

Toda verdad, es por tanto relativa, y por consiguiente también es  mentira si se considera desde la verdad relativa que se le oponga.

Volviendo al principio, pagando o sin pagar, estamos inundados de información. La recibimos en los telediarios, en los periódicos de papel o por la información de internet y las redes sociales. En parte, es información relativa como la de la pertenencia a una religión o equipo de fútbol.

Hubo un tiempo en el que la información periodística se consideraba por su afinidad política y básicamente solo habían dos posibilidades. Izquierda y derecha. Para muchos siguen existiendo solo dos opciones, republicanos y demócratas; conservadores y progresistas; monárquicos o republicanos... tigres y leones; del Real Madrid o del Barcelona. Por lo general, cuando se busca en google un medio, en algún lugar de la búsqueda podemos ver que por ejemplo el Pais pertenece al socioliberalismo o que la Razón es conservadora monarquica; vamos, que ya dicen lo que por otra parte todos saben, que sus noticias están orientadas a una realidad relativa conocida.

La elección de la noticia a difundir es harina de otro costal. Ya sabemos que está modelada para un público especial, su público. Pero lo que no tenemos tan claro es que en realidad también tiene una función modeladora. La verdad de la información no es solo relativa, también es interesada. Lo que ya no tengo tan claro es a que intereses obedece cada pieza de información. El origen de cada noticia es como esa pantalla que nos muestra el mismo partido a dos seguidores que parecen ver realidades opuestas. Si la cámara está más a la derecha o a la izquierda, objetivamente, para un tercer espectador va a parecer fuera de juego o no. Siempre existe un interés en mostrarnos una secuencia en particular y no otra. Los poderes económicos que apoyan a unas u otras ideologías al final son siempre los mismos y no pertenecen necesariamente al país que las sostiene. La Cope difícilmente dará ninguna noticia que ponga en mal lugar a uno de los países más pequeños del mundo, el Vaticano, pero no todos los ejemplos son igual de evidentes.

En cualquier caso, esos intereses no cuentan solo con las noticias de periodicos y telediarios ya orientados politicamente. También utilizan las redes sociales para crear grupos de mayorías ficticias a las que la gente se une como si se tratase de mayorías absolutas y que por tanto creen que su verdad es tambien mayoritaria, que si hay gente que no la ve es porque no se han dado cuenta de que su realidad es más verdadera.

Por ello, ahora, pienso en los intereses ocultos que existen cada vez que leo una noticia, ya sea en la televisión, en el ordenador o en el teléfono; ya provenga de un medio internacional, nacional, local, un grupo de wassap o un colega del trabajo.

Y en cualquier caso, no le doy más autenticidad a la misma que la que pueda otorgar al hooligan que afirma que su equipo de fútbol es el mejor de todos los tiempos de la historia mundial de los deportes de la galaxia.

Porque he llegado a la conclusión de que la verdad no es otra cosa que una mentira convincente, y toda noticia no es más que un proceso en el que una parte interesada intenta convencer a una mayoría suficiente para hacer, o dejar de hacer algo, con la intención de dar un beneficio a una parte que por lo general no tiene nada que ver con la mayoría que la sustenta.

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