domingo, noviembre 01, 2015

El truco del diablo.

Llegada la víspera del 1 de noviembre, los celtas, mucho antes de que el catolicismo se hiciera con el monopolio de la jardinería, celebraban el final del verano y las cosechas y se preparaban para el frío y la oscuridad. Esta festividad se llamaba Samhain y no Halloween.

Halloween es el truco del diablo, según se empeñan en inundar la red muchos católicos del mundo hasta el punto de que yo tengo contactos en facebook que me hacen llegar enlaces con los que convencerme de lo diabólico que soy al no seguir ancestrales costumbres cristianas osando por otra parte a decorar terrorificamente mi casa regalando caramelos a los niños que osan llamar a mi puerta.

Uno de los mensajes que recibo lo genera una página proselitista que identifica a Halloween precisamente con el truco del diablo.

En el artículo se menciona que la fiesta de Halloween es un negocio con el que ganar dinero con una estudiada publicidad para explotar sensibilidades de niños y adultos en una liturgia satánica.

Resulta curioso que en el mismo artículo se haga publicidad de un libro de un cura que informa de todo ello... digo yo que el libro en cuestión no lo regalan, y que por tanto es parte de esa liturgia satánica con la que se pretende sacar dinero.

De hecho, el nombre de Halloween no se lo pusieron los Celtas, ni tan siquiera los romanos que impusieron sus propios dioses y adoptaron parte de aquellos ritos y los asimilaron a una festividad en honor a Pomona, diosa de la fertilidad.

Lo de Halloween lo pusieron los cristianos. All hallows Even, vigilia de todos los santos, por lo que la religión satánica a la que se refiere es sin lugar a dudas a la cristiana, que en su proselitismo escogió el día siguiente para rendir culto a la muerte.

Y efectivamente, el empeño que pone la iglesia en participar de la educación de todos los niños, sean de la religión que sean o carezcan de la misma (sobre todo de estos últimos) forma parte de una estudiada trama para primero fabricarles un alma, hacerles creer en ella, y después apoderarse de la misma vendiendoles humo durante el resto de sus vidas haciendoles creer que todo lo bueno vendrá precisamente después de la muerte.

Para ello no dudan en hacer un gran negocio con el que sacrificarse viviendo de sus beneficios en este mundo en pro de la eterna paz que brindan a sus acólitos en el mundo que está por venir. No solo vendiendo flores, que se venden muchas, curiosamente muchas de las que se venden provienen de países como Kenia en los que grandes extensiones de terreno se dedican a producir algo que exportan a países como el nuestro para que las tiremos en los cementerios en lugar de dedicarse a plantar algo comestible que poder utilizar algo más cerca en casi cualquier lugar del continente africano pues lo que menos les faltan son flores.

Digo no solo porque la fiesta de Halloween que celebramos la mayoría de los que la celebramos, es simplemente una fiesta y no pasa de ahí, pero la de todos los santos de los católicos es parte de algo más grande que incluye por ejemplo la navidad, otra festividad puesta encima de una anterior, y que ahora es una escusa para explotar las sensibilidades de los niños con luces, regalos y otros artificios.

No se si los celtas hacían sacrificios en su festividad, pero algunos de los cristianos que les sustituyeron si declararon herejes a los que practicaban ritos anteriores a ellos mismos. La más sanguinaria de todas las opciones fue la católica que llegó a realizar cruzadas para eliminar a otros cristianos que no pensaban como ellos y a crear organizaciones de exterminio como la Inquisición que se valía de las promesas que hacían a los gobernantes de turno para juzgar por sus creencias, reales o ficticias, para que estos ejecutasen las sentencias que dichos tribunales imponían.

Ya no hay inquisición, bueno en realidad sí, ahora se llama Congregación para la Doctrina de la Fe, pero por fortuna aún no ha conseguido recuperar la influencia de antaño para que sus condenas se traduzcan por parte de los gobernantes de turno en nuevas torturas y asesinatos, pero no hay duda de que alguno de sus feligreses sigue alimentando su odio a toda manifestación de alegría que no se corresponda con alguno de sus normas y se congratularía si la citada congregación volviera a actuar en consecuencia.

Si escuchamos sus propias creencias, no deja de ser paradójico que el diablo sea una más de sus invenciones, el alter ego de su propio dios al que no ha podido crear nadie más que el mismo y que en su conocimiento todopoderoso ya debió anticipar que haría todo lo que hizo y que nada podía hacer para evitarlo...  ni Dios.

Tampoco hay rituales satánicos (palabra cristiana sin lugar a dudas) en Halloween, solo regalamos caramelos y sí, hay mucha mercadotecnia, no tanta como en Navidad y a los niños se les enseña que nada de lo que ven es real. Se podría decir que hay hasta una enseñanza, pues no hay que fiarse nunca de la primera impresión, en las casas más terroríficas se suelen recibir los mejores caramelos. La apariencia no lo es todo, y el niño puede aprender a sensu contrario que detrás de una buena apariencia se puede esconder una trampa mortal.

Locos hay en todas partes y los asesinos actúan todos los días del año, pero si contamos los muertos reales en nombre de Halloween, son muchos menos que los muertos en nombre del dios de la religión Católica y si lo miramos a nivel institucional, ningún ejército ha ido nunca a la guerra en nombre de Halloween, y son muchos los que lo han hecho, y lo siguen haciendo en nombre del dios católico, musulmán o judio que no deja de ser siempre el mismo que distintos grupos aseguran que les ayuda a matar o eliminar a los otros.

Así que yo seguiré celebrando Halloween y me alegraría si esa fiesta, conforme la conozco ahora, fuera la única que se celebrase en estas fechas.

Seguiré sin visitar cementerios para llevar flores a montones de huesos o cenizas detrás de una lápida... que forma parte del negocio de la muerte, pues no lo necesito para recordar a las personas queridas que murieron. Asociarlas a ese lugar tétrico y fúnebre es mucho más macabro que toda la decoración que pudiera poner en Halloween y sinceramente me parece un insulto a su memoria recordarlas en un lugar así. Prefiero recordarlas en los lugares que frecuentaron, prefiero ver las fotos de los momentos que disfrutamos juntos, y sobre todo prefiero recordarlas contento y no necesariamente un día específico del año que por otra parte no significa nada para mí.








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