sábado, junio 02, 2007

Sobre el bien y el mal

Hace unos años, justo uno antes de lo de las torres gemelas, tuve ocasión de coincidir en un curso con gente de procedencias muy diversas, durante mas de seis meses estuve en contacto con un galimatías de mentalidades y culturas estando en el corazón... bueno yo diría algo más abajo... de los Estados Unidos.

En el comedor común, la comida estaba etiquetada no solo con el nombre de lo que era, sino también con lo de lo que no era, así por ejemplo si tenían chicken nuggets, con el mismo letrero había una nota indicando que no contenía cerdo.

En condiciones normales ello no me provocaba ningún tipo de comentario. Hasta que un Uzbeko, un tal Mirazizov (que me perdone si he escrito mal su nombre), me preguntó si el cerdo que yo sí me ponía en mi plato estaba bueno. Supongo que soy malo porque le pregunté por qué no lo averiguaba el mismo a sabiendas de que su religión se lo prohibe, y me contestó que nunca había tenido esa curiosidad y que seguro que hay comidas que quienes normalmente las comen, consideran manjares exquisitos que yo no me atrevería a probar. Y ciertamente, las hay, ahora solo recuerdo el hígado putrefacto que comen los esquimales pero no creo que necesitemos mas ejemplos.

Aún así, Mirazizov reconocía que lo que había en mi plato tenía mejor apariencia que las salchichas que habían en el suyo y en el de los tres ejipcios que se sentaron en la misma mesa. Entonces yo les pregunté a ellos sobre que garantías tenían de que sus salchichas no tenían un alto contenido en cerdo, a lo que Hassan Mohamed (uno de los ejipcios) me indicó que el pecado solo lo cometía el que conscientemente comía carne de cerdo, y que en todo caso el culpable sería quien les engaña diciéndoles que no contiene carne de cerdo.

Recordando lo que me había preguntado Mirazizov les dije que para la próxima barbacoa la comida la ponía yo y que NO iba a poner cerdo... Suspicaces, me indicaron algo sobre el castigo divino de dar de comer cerdo y todas esas cosas de la religión. Yo les contesté que como en mi cultura dar de comer cerdo no era ningún pecado no tenía ningún problema de ir al infierno, por ello no me evitaba ningún paraíso.

Evidentemente, desde entonces la comida de las barbacoas que tan regularmente relazábamos, fue tarea exclusiva de la comunidad musulmana... yo preparaba la sangría... que como todo el mundo sabe, se hace con zumo de uva... por cierto, a Mirazizov no le vi nunca comer cerdo... pero lo del zumo de uva le convenció mucho más rápido de lo que pensaba. Por el parecer, lo que es pecado según las interpretación del Islam que tienen en su país, es emborracharse.

Hace nada descubrí, que para el cristiano también es pecado comer carne de cerdo, al menos así se indica en Levíticos por lo que según lo que decidieron mis padres cuando nací, soy un pecador.
Por fortuna para mí, la decisión de mis padres de bautizarme y administrarme todos los sacramentos no es suficiente para convencerme de la existencia de un ser extraordinariamente bueno, que todo lo puede y que ha tenido a bien iluminar a una reducida comunidad para que trasmitan su palabra y bla bla bla.

Por otra parte, tengo tendencia a creer solo aquello que puedo entender y si hay algo que no entiendo no necesito inventarme una explicación como buscaron hace millones de años los primeros hombres que pudieron llamarse a sí mismo de tales. Entonces no comprendían la transición noche-día y se inventaron a un dios para explicarla, se que tarde o temprano aquello para lo que no tengo explicación podrá ser explicado racionalmente. Más aún, quizás no tenga ahora explicación para todo lo que existe, pero por lo general es bastante más fácil demostrar que lo que no existe es la explicación irracional que buscan para lo que no entienden.

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