sábado, junio 19, 2021

¿Nos quitamos la máscara?

 El gobierno propone quitar la mascarilla a partir del 26 de junio, el presidente Sánchez hizo el anuncio ayer a bombo y platillo como la medida extrella de la más que nueva, nueva normalidad, es lo que tiene poner el apelativo de nueva a una norma, que el nombre permanece en el tiempo así que sigue siendo nueva por muchos años que pasen. Pero vamos, ocurre en todos los ámbitos, ¿a quien se le ocurrió llamar a una época de la historia, modernismo?, ahora el modernismo se vende como antiguedad, y cara.

 Dicen que la incidencia del COVID se ha quedado a niveles de agosto del año pasado, entonces bajó por causa de la reclusión obligatoria ya que la incidencia inmediatamente anterior era tan alta que todavía estamos contando los muertos del año pasado. Ahora resulta que ha bajado, ya, ha bajado hasta el nivel de entonces cosa que llama la atención, porque si entonces era igual que ahora siendo que se obligó al uso de la mascarilla y que ahora tenemos a un 30% con todas las dosis de la vacuna puesta... no se.

La medida pretende traer el turismo o evitar que por segundo año consecutivo se nos quede esa marca de gilipollas si realmente te pones la mascarilla.


 

Desde el punto de vista médico nadie debería quitarse la mascarilla, los vacunados siguen exparciendo la enfermedad además es imposible rastrear el origen porque por lo general serán asintomáticos. Yo tengo un compañero del trabajo ingresado con covid a pesar de la vacuna así que esta reduce la incidencia, las probabilidades de ponerse muy malo son menores, no así la de aquellos a los que contagien y en cualquier caso no las reducen a cero.

Pero hay que mirar por otro lado y no me refiero al económico, en realidad me refiero a la gente en general. Ayer sin ir más lejos me criticaron porque la mascarilla me dejaba marca, la tenía muy ajustada, decían. Es la mascarilla que me dan en el trabajo, me han dado siete para más de medio año, se pueden lavar pero usando una al día ya las he lavado unas cuantas veces. Tengo claro que entre las fibras de la mascarilla el virus pasa como una hormiga por debajo de la puerta de casa, bueno en realidad podrían pasar en grandes grupos, es más parecido al hueco que deja el golden gate para que pasen barcos. Pero la gente se la pone dejandola casi suelta, la nariz está más fuera que dentro y el aire no tiene necesidad de pasar por los agujeros. Es como poner una valla de tela de gallinero en el campo para que no pase el aire y dejarla solo hasta un metro del suelo. Pero salgo a la calle y veo a la gente en corrillos, en las terrazas y en cualquier sitio en general, entre los que no llevan mascarilla, los que la llevan mal puesta y los que no se la han cambiado nunca tenemos tantos que la medida ya no tiene sentido. Tiene tanta efectividad como prohibir respirar, que por cierto sería una medida muy efectiva si todos hicieran caso, pero como nadie paraece ya dispuesto a seguir con la medida, no tiene sentido que exista. Nos quitamos la mascarilla del covid y la máscara de la hipocresía de pensar que aun queda quien cumple con la norma.

Aunque yo creo, que cuando salga seguiré poniendome la mascarilla  (no la del curro) si estoy en un sitio con mucha gente, que a mis niñas no las han vacunado pero eso sí, cuando camine por el campo ya no me la pondré a las prisas si veo de lejos al seprona.

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