lunes, enero 07, 2019

De cuando a la indignación por overbooking se la denomina racismo.

Nuevamente, los días empiezan a ser más largos en otra vuelta al sol, arbitrariamente hemos fijado el comienzo de la vuelta el día 1 de enero, probablemente tendría más sentido que dicha vuelta empezase el 21 de diciembre pero bueno, así tenemos escusa para hacer una parada, llamémosla navidad, saturnales, año nuevo o fiestas de invierno, tras la cual reseteamos marcadores y ponemos a cero números tan significativos como las muertes por violencia de género, las denuncias por racismo, las muertes por accidentes de tráfico, los muertos por cada tipo de cáncer, el índice de precios al consumo, la deuda de un país o el número de chicles que vende un kiosco.

 Al final todo se reduce a comparar cada año con el anterior o con una serie de los mismos pues si solo nos fijamos en el número, aquel de fallecimientos por cáncer convierte en irrelevantes todos los demás.

Usamos mucho la estadística, pero a la hora de la verdad solo nos fijamos en los datos cuando estos nos afectan personalmente o cuando los medios de comunicación inducen dicha afección.

Si en una familia hay un afectado que muere por una enfermedad rara que solo produce un fallecimiento cada cinco años, le importará poco que la estadística mejore al año siguiente, pero si la noticia la publican en todos los medios habrá una oleada de empatía que por otra parte tampoco cambiará el hecho de que esa familia haya perdido a su familiar y que dentro de cinco años, a otra le vuelva a suceder lo mismo.

Evidentemente, si ello provoca un aumento del esfuerzo de investigación en esa enfermedad, es posible que se reduzcan esos fallecimientos, pero quien sabe, igual quitamos un investigador que podría haber descubierto la vacuna contra la malaria. Bueno a ese no... que seguramente ya lo dejó para dedicarse a investigar la criogenia para multimillonarios que sin dudas, produce más beneficios.

La última noticia no relacionada con maltrato machista, violencia de género, violaciones de menores o inmigración y drogas es la de una señora que compró un billete de autobús y no la dejaron subir porque habían vendido más billetes que asientos. Claro que así no hay noticia, pero la mujer, cabreada, como no podía ser de otro modo, se resistió a que la bajasen del autobús y como se daba la circunstancia de que tenía más melanina en la piel que la media de los que iban en el mismo, y alguien se molestó en grabar el desalojo, el incidente entró en dos de las etiquetas estrella: racismo y violencia contra una mujer.

La noticia, con esas etiquetas se ha difundido rápidamente por la prensa que ha encendido una mecha de indignación ante lo que llaman racismo.

Sinceramente, por más que miro el vídeo, lo único que veo es una señora que no hace caso a las indicaciones de la autoridad, resistiéndose a los policías y golpeándoles claramente indignada por algo que en realidad tiene otro nombre que aquel que le han dado.

No es racismo, es overbooking, es decir, vender más reservas que asientos, algo que por desgracia es legal aunque existen medios para solicitar una compensación por dicha circunstancia.

Hace ya años, cuando estaba en las islas afortunadas, intentaba por todos los medios llegar antes a facturar para evitar dicho contratiempo y a pesar de todo, y teniendo menos melanina visible que el resto de los viajeros sufrimos varias veces por causa del temido overbooking y aunque uno de mis hermanos tuvo la suerte de que le pudieran recolocar en primera clase, otros tuvieron que ampliar sus vacaciones por culpa de la avaricia comercial de los medios de transporte. Eso sí, si a alguien le indican que no puede subir a un avión y se lía a pegar al agente de la autoridad, acaba pasando por un cuartelillo con la correspondiente denuncia de resistencia a la autoridad independientemente del porcentaje de melanina que tenga en la piel.

La noticia solo señala que la señora tenía billete y que no le permitían viajar sin asiento. En ningún momento indican que otro pasajero con menos melanina llegase por detrás de ella y sí ocupase asiento, ni que ella se hubiera sentado en una plaza y hubieran decidido que otra persona tuviera más derecho que ella para ocuparla. Más aún, la persona que graba el hecho no parece tener dicho problema, es decir, que a ella no la han desalojado y por su forma de hablar diría que tiene una concentración de melanina similar a la titular de la noticia.

No digo que no me parezca bien que monte el pollo como lo ha hecho, puede que sea la única forma de evitar que vendan más billetes que asientos, pero sinceramente, cogerse a la baza del racismo para denunciarlo me parece caer demasiado bajo y hacer un flaco favor a los que de verdad tienen un problema que con toda seguridad existe en este país como en tantos otros.

Si hubiera decidido denunciarlo como abusos policiales con razón de género, habría resultado más evidente que la denuncia estaba meando fuera de la bacinilla, orinal o tarro.

Me pregunto que hubiera sucedido si la hubieran dejado subir al autobús para viajar de pié y el autobús hubiera tenido un accidente mortal, ¿habría sido un asesinato machista y racista por dejarla viajar en esas condiciones?

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