lunes, diciembre 22, 2014

IKEA y el grado de tolerancia del cliente.

Hoy he vuelto a IKEA, necesitábamos una fuente con rejilla para hacer el pavo y unos guantes de silicona para ver si este año tenemos narices a darle la vuelta sin que se reboce con los pelos del suelo. Los que vendían en los chinos, los de verdad, no nos convencieron por pequeños y no los pedimos por internet por aquello de dar trabajo a alguien más cercano.

La cosa es que las tenazas de ahora no son como las de antes así que volvemos a los tiempos en los que las únicas tenazas eran los dedos de las manos, se gana en versatilidad y menudo lujo si además consigues no quemarte. íbamos a pasarnos antes pero en Zaragoza la gente parece que va toda a la vez a los mismos sitios. A mi no me importaba pero claro, resulta que ese gusto por ir al mismo sitio que el resto hizo que solo quedase un sitio al que ir. Este sitio en Zaragoza se llama Puerto Venecia y otras superficies comerciales de las grandes han cerrado o están a punto gracias a que el maño medio prefiere apiñarse para comprar. Da igual que la tienda sea la misma, parece que si no se apelotonan en Zara, las ofertas son menores.

Eso por un lado... y por otro está que las tiendas prefieren que sus clientes se apelotonen, es mejor tener una sola tienda que varias, eso de pagar más empleados como que mejoraría la crisis y siempre es mejor que lo haga otro.

Así que hemos evitado todas las colas de fin de semana, hemos optado por ir a primera hora de una mañana laboral, y efectivamente, no había demasiada gente, entendiendo por demasiada esa cantidad de gente que cada vez que se para para mirar un mueble hace que se bloquee la cola de la flechita azul esa que te va mareando a izquierda y derecha de forma que cuando llevas un par de kilómetros caminados estás en realidad al otro lado de la mampara.


Hemos encontrado los guantes y la fuente y nos hemos ido directos a caja. Hay un montón de cajas, pero solo hay dos personas atendiendolas y una tercera asesorando a los que no solo se van a montar los muebles sino que también los  van a pasar por la cinta, los van a pagar y se van a dar a sí mismos las gracias por la visita.

La cosa es que esas cajas no son más rápidas, solo sirven para tener cuatro cajas y un empleado, por tener no tienen ni cinta y no se puede pagar en metálico. Así que solo habían tres filas de clientes, cada una con unos 15 clientes mirando como
el resto de las cajas que prácticamente se pierden en la vista hacia uno y otro lado no tienen ningún empleado para cobrarles.

Así vuelven a poner a prueba el grado de tolerancia del cliente, tu te lo coges, tu lo llevas a la caja, tu lo llevas y tu lo montas en casa. De hecho tienen una opción en la que tu lo eliges y ellos te hacen el resto, pero es mucho más cara y si comparamos calidades puede resultar mucho más rentable ir a otra tienda donde todo esto está incluido.

Si te lo haces todo, también puedes esperar y con un poco de suerte has venido con más miembros de familia y algún niño que ahora diga que también quiere una de esas salchichas que venden justo al otro lado de las cajas.

No se cuanto tiempo esperamos para llegar a la caja pero se hace eterno y entonces es cuando te dice la cajera que has cogido un guante de exposición. ¿COMO?... pero si estaban todos juntitos, si ninguno viene empaquetado y cualquiera ha podido meter sus dedos en los mismos, ¿en que coño se diferencia?

Vaya... que tiene una etiqueta distinta. Vale... pues cobreme dos que ahora vuelvo con el otro. -No no se puede.

Miramos la cola, ya me están mirando mal, me entran ganas de decirle por donde se pueden meter los guantes pero pensamos en el pavo... me indica que cuando lo recoja puedo pasar directamente. ¿Que le habría costado cobrar dos y luego le saludo con el guante?, al menos me habría quitado el bochorno de pasar por delante de toda esa gente esperando que sí... les gusta apelotonarse, pero no quieren creer que nadie se les pasa por delante.

Vuelvo atrás, intento atajar, pero los atajos solo te alejan del destino final, son como las escaleras de Howards que cada vez te llevan a un sitio distinto y rara vez a donde quieres ir. Creo que están diseñados por un informático haciendo bucles y más bucles, de hecho esa gente mayor que ves sentada en algún sofá entraron en IKEA siendo niños y se les ocurrió pillar un atajo, si te fijas seguro que su cara coincide con algún desaparecido de hace años, da igual que la tienda esté abierta solo desde hace dos, seguro que hay agujeros de gusano conectando las tiendas, pero solo a las salas en las que no está lo que quieres comprar y de algún modo, da igual como lo hagas, volver hacia atrás es tan difícil como ir en sentido contrario por una autopista.

En el camino de vuelta me encuentro al que estaba detrás mio en la cola... habían pillado el cubo de basura XXL de ikea... pero habían pillado el de exposición... volver con el carrito era imposible así que iban andando, su grado de tolerancia estaba llegando también al límite. Por fortuna los cubos no vienen con demasiadas instrucciones.

Sin embargo recuerdo yo un anuncio de IKEA, una familia entra a un restaurante y pregunta como se desenrosca la lámpara para llevarsela, en IKEA te sientas en lo que venden, se supone que podrías, pero no es así, si lleva otra etiqueta te toca volver.

Los beneficios de IKEA se los llevan los vikingos del norte, ahora sabemos que todas estas multinacionales que rigen los destinos del mundo no pagan impuestos o pagan muy pocos, desplazan sus impuestos a paraísos Fiscales como Luxemburgo donde pagan mucho menos de lo que paga el charcutero de la esquina. Lo único que quedaba era lo que pudieran recibir sus empleados, y cada vez contratan menos, el empleado eres tú, que lo hace practicamente todo. Solo falta que te digan que ya que la cola va despacio, que les ayudes a descargar el camión... que viene de china por raros que sean los nombres que le dan a las cosas.

Por terminarlo de fastidiar, las bombillas LED que compré en IKEA hace unos meses, empiezan a fallar, si apagas la luz y la vuelves a dar porque te has olvidado algo ya no se encienden, parpadean, las toco y están calientes... no deberían al ser de LED. Pero cuando se enfrían vuelven a funcionar... vamos que difícilmente podría cambiarlas entre otras razones porque es otra de esas facturas que no he guardado.

Así que poco a poco se va acabando mi grado de tolerancia, y cada vez estoy más convencido de que prefiero comprar en cualquier otro sitio, y si tuvieran que cerrar resulta que cada vez habría menos empleados afectados y éstos encontrarían trabajo en cualquiera de las otras tiendas que entonces irían mejor.
Sinceramente, IKEA está empezando a alcanzar mi grado de tolerancia.


El catálogo de ikea... que ella no lo vea. Gomaespuma.

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