lunes, octubre 30, 2017

¿No querías votar?.. toma dos urnas.

La maniobra de Rajoy es arriesgada, pero mirándolo con cierta perspectiva es bastante acertada. Bastaba con ver cual ha sido el principal argumento utilizado por los independentistas para lograr la secesión.

Los argumentos económicos se desmoronan con la evidencia de todas las empresas que sin necesidad de posicionarse emocionalmente, sí lo hacían mentalmente cuidando de su bolsillo.

Los argumentos sociales, con una economía a la baja, tampoco llevaban guisos de ser realistas y a fin de cuentas era más fácil lograrlos con el paraguas de la UE que fuera de ella. Además, resultaba que la cuestión de fondo es una falta de solidaridad, la región más rica paga más, pero pretende que ese pago se revierta íntegramente en su propia región. Vamos, es como si el residente de la moraleja solo aceptase pagar más impuestos si estos se invierten en campos de golf al lado de su casa. Es posible que el resto de los habitantes de la Moraleja estuvieran de acuerdo, pero que no busquen complicidad fuera del barrio, y menos en lugares como Alemania, donde los habitantes de la antigua Alemania Federal están pagando aún por las descompensaciones sociales y económicas con la antigua República Democrática Alemania antes de romper el muro y anexionarse a la actual República Federal Alemana. A estos, lo de separar les suena a sacrilegio cuando la tendencia es la de unir, y cuanto más grande mejor.

Así que el único argumento que ha quedado es el de la represión, una represión ficticia que en realidad solo existe en sentido contrario pero que consiguió sus imágenes el día 1 de octubre cuando la policía tuvo que ir retirando a los votantes que se interponían entre ellos y el mandato judicial y después cargando contra aquellos que les impedían desplazarse. Todo sea dicho, con una fuerza muy inferior a la que por ejemplo desplegaron los mossos de escuadra en las manifestaciones de los indignados del 15M. Cuatro heridos, y 900 atendidos (incluyendo crisis de ansiedad y estrés) entre los más de 2 millones de personas que se supone que se interpusieron delante de la policía, que tuvo 33 heridos y más de 400 atendidos. Salvo el desgraciado incidente de la perdida parcial de la vista de un manifestante por una pelota de goma, todo parece indicar que los que salieron peor parados fueron los policías a pesar del equipo antidisturbios.

Las imágenes las repiten una y otra vez, pero no hemos vuelto a ver a la policía ni a la Guardia Civil en acción antidisturbios. Hasta los mossos de escuadra se cuidan tanto como pueden de salir a disolver manifestaciones de ultraderecha, que también las ha habido como de ultraizquierda separatista a la que por otra parte no parecen perseguir ni a distancia.

A su vez, el poder de la movilización ya no es exclusivamente suyo, al margen de los ultras de uno y otro signo, los separatistas no reúnen en sus citas principales ni una parte pequeña de los que han reunido los constitucionalistas en las suyas.  Ahora ven que cada vez que arengan a los suyos, el número de catalanes que se sienten españoles dispuesto a salir a la calle crece exponencialmente y por dos veces se ha superado el número de banderas españolas que hayan salido en ninguna otra ocasión en ningún lugar ni momento de la historia de España.

Los secesionistas saben que su número es el que es. Que ya han alcanzado su capacidad máxima de movilización y que para aumentarla tienen que esperar a que se vayan muriendo jubilados españolistas para sustituirlos con aquellos jóvenes a los que llevan tanto tiempo instruyendo en su ideología supremacista.

Me hace gracia escuchar lo que argumentan alguno de estos jóvenes que no pueden votar aún o acaban de poder hacerlo por primera vez aunque sea en un referéndum ilegal. Dicen que ellos no votaron la constitución, que es algo de más de 40 años y que la mitad de la gente del país no pudo votarla.

A esos habría que mostrarles que seguramente España tiene el conjunto más numeroso de personas que sí votó su constitución entre los habitantes de la mayoría de los países de Europa y parte del mundo. La constitución española data de 1978...
  • Noruega: 1814.
  • Países Bajos: 1815.
  • Bélgica: 1831.
  • Dinamarca: 1849, ampliamente reformada en 1953.
  • Luxemburgo: 1868.
  • Liechtenstein: 1921.
  • Austria: 1929.
  • Irlanda: 1937.
  • Islandia: 1944.
  • Italia: 1947.
  • Alemania: 1949.
  • Francia: 1958.
  • Grecia: 1975.
  • Portugal: 1976.

Pero ir a elecciones autonómicas no va a ser fácil. Precisamente por ello es una tentación para los secesionistas que harán lo imposible para repetir imágenes de represión o cualquier otro ardid con el que desmotivar a aquellos que van despertando ahora que ven las orejas de la secesión, del paro y de la merma económica hasta vete a saber cuando o nunca, que todo es posible.

Por un lado tienen que hacer ver a sus seguidores que en realidad la independencia que les habían prometido era una quimera, que sin ningún tipo de apoyo, con la mitad de la población en contra y buena parte del tejido económico escapando de la región se abocaban a una quiebra técnica que no tenía nada que envidiar a Grecia en sus peores momentos.

Pero eso es algo que no les va a resultar difícil de hacer, a fin de cuentas significa volver a ese estado de ilusión en el que se encontraban antes de asomarse al vacío de la independencia. Les convencerán con la promesa de que así, será más fácil para la próxima.

El problema es que no tienen tiempo para pensar. El 7 de noviembre es el último día para decidir como se presentan a las elecciones. ERC tiene las encuestas a su favor y puede que quieran desvincularse de sus socios que seguramente seguirán perdiendo apoyos. Pero también es posible que la estrategia pase por volver a utilizar siglas comunes inequívocamente independentistas más otras que no lo sean con la intención de dividir el voto no nacionalista. En las elecciones de 2015, la Unión Democrática de Cataluña cosechó más de 100.000 votos que no se tradujeron en escaño. Cataluñasiquespot aglutinó más de 300.000 votos que no se decantaron por la independencia, pero alguno de sus 11 diputados mostró su afinidad con la CUP del mismo modo que el ayuntamiento de Barcelona muestra más simpatías por la secesión que por España.

Los 62 diputados que consiguió la opción que claramente solicitaba la independencia en 2015 necesitaban del apoyo de los 10 de la CUP que en realidad no piden solo la secesión de España, sino del mundo en su conjunto. Si se les suma la ambigüedad de los 11 de Podemos, el objetivo de los constitucionalistas es el de conseguir nada más y nada menos que 16 escaños más para asegurar la mayoría absoluta no nacionalista, porque a ERC no se le escapa que es más fácil que Podemos se una a ellos mismos que no a ciudadanos o al PP.

La participación necesaria para conseguir ese descalabro nacionalista es impresionante. Más que nada porque el 75% de participación en 2015 es un número considerable y seguramente los nacionalistas cuentan con esos datos para decidirse por las elecciones aunque ello suponga dar un paso atrás. Yo no tendría ninguna duda pues el paso adelante solo les hace caer al vacío y una república vacía podría revertir su estatus en cuanto sus 2 millones se dieran cuenta del error cometido.

Los asesores de Rajoy debían tener todo esto presente pero a pesar de todo lanzaron el órdago de las elecciones. Con los datos que he dado, ¿no sería una locura absoluta?

Puede que no. A pesar de tener que superar ese 75% de participación en 2015, resulta que solo en Barcelona dejó de ir a votar más de un millón de personas. Si hubieran sido independentistas convencidos sí habrían ido, y también se habrían movilizado para votar en el referéndum ilegal, pero no lo hicieron. Los secesionistas dicen que la policía secuestró unos 700.000 votos, pero no dicen que con el censo universal, el hecho de encontrar un colegio cerrado no evitaba que votasen en otro. Hasta se ha demostrado que era fácil votar en varios así que cuesta creer que se quedasen sin votar todos esas personas. Bastaría una parte de ese millón, ya no cuento con las demás provincias, para quitar la mayoría absoluta del independentismo.

La hazaña es complicada, y no digo nada de lo complicado que puede resultar intentar formar un gobierno tras ello. Pero si yo fuera catalán no independentista lo tendría tan claro.




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