martes, octubre 17, 2017

Las falacias del independentista.

Una falacia es básicamente un argumento en el que un razonamiento parece lógico, pero no lo es. Estas cuatro las encontré en unos comentarios a un artículo sobre la pretendida independencia de una parte de los catalanes, en realidad son aplicables a muchos ámbitos y estoy seguro de que aquellos que no conocían de su existencia con el nombre que se les ha dado, sí estarán familiarizados con sus aplicaciones, mucho más extensas cuanto más radicalizada está una sociedad. Curiosamente, aunque las técnicas resultan evidentes y debiera ser imposible caer en las trampas que ofrecen, es en estos dias cuando se observa que son más los que están dispuestos a creer lo que de forma tan evidentemente falsa se propone.


Ad nauseam. Tal como suena: la técnica consiste en repetir mil veces algo hasta el agotamiento, de manera que se produce la certeza emocional de que ese algo es así, sin aportar un argumento verdadero que lo sostenga. (…) Del “España nos roba” al “nada más democrático que poner las urnas”, las grandes consignas del independentismo no aguantan la confrontación con la realidad: tributar más por producir más no es ser robado, y la democracia no consiste en votar sobre cualquier cosa de cualquier manera.
Ad populum. (…) Consiste en basar la verdad en la convicción de un grupo cuantitativamente numeroso. Si tanta gente considera que tiene derecho a crear un nuevo estado vía referéndum, debe ser verdad. Obviamente, esto es tan arbitrario como afirmar que un municipio de seiscientos habitantes tiene derecho a eso mismo. En los estados democráticos, los procedimientos de toma de decisiones están legalmente determinados.
 Ad ignorantiam. Razona así: “No vamos a salir de Europa, no vamos a dejar de usar el euro, no vamos a perder nuestra nacionalidad, no vamos a hundir el país en el caos administrativo ni la economía va a verse dañada, y la razón de todo ello es que nadie ha demostrado lo contrario”. En efecto, basar una afirmación –especialmente sobre futuribles– en el hecho de que nadie ha demostrado lo contrario permite defender fenómenos paranormales tan diversos como el independentismo, los extraterrestres y la vida inteligente en Gran Hermano. [es de hecho la falacia de la divinidad omnipotente]
La falacia de la ventana rota. (…) un niño rompe la ventana de un comerciante y, aunque lo lógico sería compadecer al comerciante, el argumentador falaz convence a la gente de que, en realidad, la acción del niño obliga a comprar una ventana nueva, lo que es bueno para el cristalero, que a su vez comprará otras cosas con ese dinero y, finalmente, redundará en beneficio de todos. (…) la infracción es presentada como un bien social, de la misma manera como los procesistas tratan de convencernos de que la violación de la ley responde a una acción bondadosa cuyas consecuencias serán estupendas.
 

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