Recientemente he descubierto que el Catolicismo ha abolido el limbo. Ese lugar al que se suponía iban los niños y los justos que no habían cometido ningún pecado pero no habían sido bautizados por lo que no estaban libres del pecado original. ¿Habrán sido iluminados para hacerlo?
En cualquier caso, toda religión parece poseer un cielo, un infierno o ambas, y esta no podía ser menos pero hasta la fecha no había ningún paraíso o averno disponible. Gracias a la labor del Papa actual acabamos de topar con un apartamento pseudo celestial, pseudo infernal que ha decidido desalojar a todos sus inquilinos.
Sea pues, el limbo el paraíso infernal de los no elegidos. De hecho viene al pelo pues viene a decir que ni somos buenos para alcanzar el paraíso ni, por el contrario, somos suficiente malos para ser merecedores de ir al infierno, en donde todo el mundo sabe que debe estar lleno de gente que se lo ha pasado demasiado bien en vida, y que no importa que esté lleno de asesinos pues al estar ya muerto no te pueden volver a matar.
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