miércoles, marzo 20, 2019

Adios a la puntualidad inglesa.

De siempre nos han hablado de la puntualidad inglesa como una característica inequívoca de su carácter. No llegar tarde, ni hacerlo demasiado pronto, era algo que provocaba a la vez críticas y burlas por ir asociado a la naturaleza inglesa y su afán por respetar el tiempo de los demás en el interés de que el resto respete el tiempo propio.

La puntualidad iba asociada a respetar las filas en los comercios o en todos aquellos lugares en los que a pesar de llegar en el momento fijado para hacerlo toca esperar a que aquellos que han llegado antes puedan pasar, comprar, entregar o recibir lo que fuera que estuvieran esperando. En cualquier caso no podía darse la situación de que nadie violase esa norma no escrita que dice que el que llega tarde no puede tener mejor servicio que aquel que se anticipa para sufrir menos tiempo de espera.

Pero de un tiempo a esta parte la puntualidad inglesa ha dejado de ser lo que era. Con sus excepciones que por supuesto las hay en todos los sentidos, ya no se asocia lo ingles a puntualidad. En muchos sitios solo se puede asociar a alcohólicos, maleantes y demás baja estopa que pierde la ropa por la calle, orina en las esquinas y se queda dormido y dormida encima de sus propios meados en clara comunión con sus vómitos y demás escatologías.

El ingles educado y caballero, que sin duda existe, ya no viene ni se le espera por lo que es difícil encontrarlo manteniendo su inquebrantable actitud ante la de aquellos que llegando tarde, deciden entrar antes que el resto. Y es que no nos pasa desapercibido el hecho de haber decidido de una forma un tanto marrullera y oportunista abandonar cual vil rata este barco en el que siempre ocuparon el puesto de controladores de los botes salvavidas. La falta de sorpresa no es tanto por el hecho de hacerlo, sino porque han decidido hacerlo con una falta de puntualidad manifiesta.

La puntualidad, a mi modo de ver, es un síntoma de haber realizado los deberes, de llevar una programación ordenada y suficientemente realista como para ser capaz de cumplir con los plazos autoimpuestos. El que llega tarde denota dejadez o desorganización. Dice que va a llegar a una hora y su desorden no le permite llevar a cabo todos las acciones que deben desembocar en esa puntualidad. Levantarse, arreglarse, hacer las tareas que se haya propuesto, planificar la ruta haciendo una previsión del tráfico y añadiendo tiempo para los imprevistos. Definitivamente todo lo que una mayoría escasa, no se si cualificada, de los hijos de la Gran Bretaña han decidido sin haber hecho ninguno de los deberes que tanto asociábamos a su proverbial puntualidad.

Es indudable que con el bréxit perdemos todos, evidentemente el que toma una decisión piensa que es la mejor que puede tomar así que es posible que se guardasen un as en la manga, otro de los signos del tramposo con el que no solíamos asociar a un lord británico, o sí, si me paro a pensar en los corsarios, grandes representantes de los hijos de la gran Bretaña a los que sus más altas esferas reconocían sus servicios por asaltar las embarcaciones de sus rivales económicos.

Al final todo era cuestión de dinero, y si todos tenemos tan claro que el bréxit solo puede hacerles perder dinero yo me pregunto si en realidad no gozan de una información privilegiada que les informa de la inminente caída de todo el equipo, del hundimiento de un barco que traerá una gran crisis en la que de nuevo,  la única opción para poder ser grande sea volver a ser pequeño.

El mundo en el que vivimos se está acabando, no se si seguiremos aquí cuando a toro pasado sea evidente lo que ha ocurrido para poder decir aquello de, yo ya lo dije. Como con el imperio romano, primero se van rompiendo las extremidades y se van convirtiendo en unidades mucho más pequeñas, las infraestructuras parecen seguir ahí, pero la falta de mantenimiento en el pegamento que lo mantiene unido precederá a las discusiones entre esas partes sin que nadie pueda mediar para evitar las guerras que como setas surgirán en todos los campos que paradójicamente no paramos de regar siendo que sí hay algo que parece que va a faltar es el agua.

Los ingleses abandonan su puntualidad, y el resto de Europa y parte del mundo vamos a llegar tarde para darnos cuenta de que en realidad nunca pudimos llegar a tiempo.

2 comentarios:

Rembrandt dijo...

La Gran Bretaña ya no es lo que era, la vieja Europa tampoco al igual que el mundo. La crisis de la economía global nos toca a todos, obviamente a los mas "chicos" mucho más. Las cosas cambian, los poderosos se alternan, hoy es el turno de China y otros pocos. Quizás GB lo vió primero y trata de subirse al barco salvavidas, pero cuidado, lograrán flotar? Supongo que si, ellos nunca están en verdadero peligro, siempre tienen y han tenido boyas de donde asirse. El resto de Europa tbn.

Abrazos y muy buen post.

REM

Outsider dijo...

China merece toda una mención aparte, mucho antes de que en Europa se hablase de potencias mundiales, ellos ya tenían una cultura milenaria que reunía un territorio impresionante más grande que muchas "superpotencias". Lo que ocurre es que siempre han sido colonizados y ahora han pasado a ser colonizadores y no me refiero a restaurantes chinos y bazares. También son los propietarios de muchas empresas que consideramos nacionales de toda la vida.

Gran Bretaña, como tantos paises de por aquí, gestiona, no produce. Basa su poder en la influencia que ejerce sobre otros. España es el máximo productor de aceite, pero buena parte de los propietarios son en realidad fondos británicos. Me imagino que un país tan impresionante como Argentina tiene el mismo problema y con toda la riqueza que tiene, el beneficio lo obtienen fondos que se han hecho con todo el tejido productivo.

Me imagino que los británicos cuentan con todas esas propiedades bursátiles. Pretenden convertirse en "paraiso fiscal" donde muchos ladrones del mundo acaben escondiendo su dinero de cara a la próxima crisis, esa en la que ya estamos aunque no nos demos cuenta.