miércoles, noviembre 01, 2017

La mayoría cualificada.

Es raro el sistema democrático que no cuente con la figura de la mayoría cualificada. La unión Europea la define como un mínimo del 55 % de los miembros del Consejo que incluya al menos a quince de ellos y represente a Estados miembros que reúnan como mínimo el 65 % de la población de la Unión, el  Estatut requiere 3/5 de sus parlamentarios para derogarlo, ¿que es sino una declaración de independencia sino una derogación total e irreversible del estatut?

Todo sistema tiene una protección contra las variaciones aleatorias de opinión, quizás por ello es paradigmático que hasta la elección de los cargos en las televisiones públicas requieren de esas mayorías cualificadas.

Si miramos la evolución del independentismo (segun el CEO, vamos... según la Generalitat) vemos que las lineas se van cruzando y acercando según los ánimos del momento.


Cuando en una encuesta se ve éste tipo de evolución, resulta muy difícil pronosticar cual sería el resultado real de una elección de ese tipo. La encuesta se convierte en el resultado de tirar una moneda al aire por lo que estadísticamente no tiene demasiado valor.

Hay un par de cuestiones de fondo relevantes en este gráfico. En primer lugar ninguna de las lineas supera el 50%. En segundo lugar, y mucho más relevante a mi modo de ver, es que en 7 meses, las lineas se han cruzado 3 veces y que la diferencia entre las dos lineas oscila alrededor del 5%.

Suponiendo que ese porcentaje que no contestado por ninguna de las dos no irá a votar o lo hará en blanco y que todos los demás votarán manteniendo su intención de voto, aplicando una política de una mayoría simple sobre el total del censo habríamos tenido cuatro resultados distintos a un referéndum tan trascendental como la independencia de un país. De hecho, si lo hubieran hecho en julio de 2016 habría salido que sí, pero en diciembre del mismo año, que no y evidentemente, si se hubiera realizado el referéndum en julio, ya no lo habrían repetido en diciembre.

La máxima que sigue quien pretende cambiar un sistema, es la de someterlo a votación tantas veces como haga falta hasta que se cambie y no permitir ninguna votación a partir de entonces para revertir el cambio.

Si miramos con unos prismáticos al cielo sin tener ni idea, y nos dan un saco con los nombres de todos los objetos celestes, la probabilidad de acertar el nombre al azar de uno cualquiera es muy pequeña. Desde luego no apostaríamos nuestro futuro por acertar el nombre aunque resulta sorprendente que la probabilidad de acierto es muy superior a la de acertar el número premiado en la lotería de navidad y por lo general siempre hay alguien que se lleva el premio.

La lógica del referéndum sigue ese principio, yo lo llamo el del tirador de dardos ciego, si le dejan lanzar dardos indefinidamente, llegará un momento en el que el dardo acertará en el centro de la diana aunque lo más probable es que si sigue lanzando, vuelva a fallar.

Esos que claman por cambiar una constitución que no tiene tanto tiempo al lado de otras de nuestro entorno porque dicen que ellos no la votaron, no parecen percibir que si se modifica por ese motivo, deberían modificarla o ratificarla cada 40 años o caerían en su propia trampa.

En cualquier caso sí se podía haber modificado y no hacerlo con intereses electorales como parece ser la motivación actual ya que un cambio sustancial de la constitución no solo implica una mayoría cualificada sino que requiere la disolución del parlamento para volver a ratificarla después.

El proceso de modificación requiere una mayoría cualificada de 2/3 de ambas cámaras, ¿no sería lógico pensar que una secesión requiriera cuando menos esa misma mayoría?

Por otra parte, cabe pensar que aquellos que están convencidos del cambio, también son los más motivados para entrar a votar. La mayoría cualificada no la define el porcentaje de los votos realizados, sino la del censo que puede votar.

En el caso de Cataluña, esa mayoría se alcanza al superar los 3.673.891 +1 votos. Aquellos que tanto se llenan la boca cuando dicen hablar en nombre de todo el pueblo catalán plantearon unas elecciones plebiscitarias con una única candidatura que lo decía todo, "Juntspelsí", juntos por el sí, que pretendía convertirse en un referéndum de autodeterminación. Solo consiguieron 1.628.714 votos a los que se unió después la CUP (367.613 votos) en un ejercicio de coherencia antisistema (es decir, contrario a todo lo que significa un sistema de gobierno representativo. Para ellos, a independencia no es el objetivo, solo es un instrumento para conseguir ese estado marxista anticapitalista en el que seguramente ya no podrían votar más que los delegados políticos).

Yo por mi parte considero que un referendum que afecta al todo, debería ser sometido a ese mismo censo, el del todo. Todos y cada uno de esos 36 millones y medio de personas que pueden haber nacido en cualquier rincón de España para acabar viviendo en cualquier otro. Es la única forma de dar voto a aquellos que vivieron toda su vida en Cataluña y ahora están en Benidorm como jubilados sin derecho a decidir,  frente a aquellos que ahora pueden votar por llevar 6 meses viviendo en Reus, pero que nacieron y vivieron toda su vida en Jerez.

Esto salvaría la duda sobre la definición del territorio mínimo que puede reclamar dicho derecho ya que lo de las comunidades históricas no coincide necesariamente con las comunidades actuales. Así que volviendo a Cataluña, Aragón podría decir que su territorio es parte de la misma reivindicación por no mencionar que de hecho "els països catalans" incorporan la comunidad Valenciana y Baleares, así que limitar dicho derecho a la actual Cataluña sería equivalente a limitarlo a la actual Barcelona o al Hospitalet y porqué no, al Valle de Arán.

Yo creo que una reforma meditada a tiempo de la Constitución habría sido una apuesta menos arriesgada que dejarlo todo en manos de unas elecciones autonómicas. A fin de cuentas, cada pocos años se vuelven a lanzar los dardos del tirador ciego y ya hemos visto que a los suicidas secesionistas les basta con dar con el dardo en la diana para lanzar toda su maquinaria destructiva al ataque.

Por desgracia, ahora no hay tiempo para reformas constitucionales y estas se deben hacer como he dicho, con un meditado cálculo de lo que define una mayoría cualificada, así que hoy por hoy, lo que toca es despertar a esa mayoría silenciosa porque es la única forma de asegurarse de que el dardo no hiera de muerte a país por mera casualidad.







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