miércoles, noviembre 08, 2017

Cuando la violencia se disfraza de huelga diferida.


Vivimos en una democracia, una de las que más derechos reconoce a sus habitantes y se defiende el derecho a la huelga, los trabajadores tienen derecho a "joder" al empresario si consideran que sus derechos están siendo pisoteados. Con los sindicatos funcionando realmente para proteger a los trabajadores las empresas comprenden que si los trabajadores están contentos, los beneficios suben más de lo que bajan. Evidentemente no deja de ser un equilibrio, tampoco pueden dar más de lo que ganan por lo que no todos están de acuerdo con ir a la huelga, no todos pierden lo mismo.

Si una gran mayoría de los convocados consideran que deben secundar una huelga, los piquetes informativos (eufemismo para denotar al grupo de matones que intimida a los que no secundan una huelga) sobran, no hacen falta pues no "informan" (acosan, intimidan, atacan, obstaculizan y violentan) a nadie.

Por el contrario, si nadie secunda la huelga, esos piquetes se convierten en un problema, tanto para el empresario como para todos los trabajadores ya que en este caso no se piden mejoras para todos los trabajadores ya que si no secundan la huelga es porque suponen que pueden perder más de lo que ganan. Esas huelgas las hacen para mejorar las condiciones de unos pocos, más que una huelga, es un chantaje.

También resulta curioso que por lo general los piquetes cobran por hacer el trabajo de impedir que el resto pueda trabajar por lo que de alguna manera se podría decir que en una huelga general, siempre se debería descontar a los matones informativos que pretenden que el resto secunde la huelga en diferido, por el simple método de impedirles ir a trabajar.

Si son demasiados los que quieren ir a trabajar, resulta que los piquetes no tienen fuerza para detenerlos en el lugar de trabajo, así que lo que hacen es cortar las calles, carreteras y vías de tren.

No se si la policía no ha actuado para mostrar lo que es un país sin ley o porque no interesa mostrar enfrentamientos como los que se producen en astilleros, minería o cualquier colectivo que pretende extender su protesta fuera de su lugar de trabajo. Es cualquier caso llama la atención que nadie haga nada por quitar a esos desgarramantas de la vía del tren o de enmedio de la calle y que luego pongan una multa de 100 euros por aparcar en doble fila por ir a la farmacia de urgencia ya que "interrumpes la circulación".

Supongo que todo es por dejar que los violentos vayan mostrando sus cartas y matarlos de aburrimiento mientras el resto del país se va concienciando de que no queremos que esos antisistema se hagan con una parte del país, es como una señal del gobierno central de que "eso" es lo que nos espera si no lo cambiamos en las hurnas.

Sea como sea, la violencia activa y pasiva de esos desertores del arado empieza a resultar cansina y me temo que tarde o temprano alguien acabará pasando por encima de esos anormales que bloquean la carretera y vendrán los lamentos por no haber quitado a tiempo los cebollos de la carretera.


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