viernes, enero 09, 2015

Lápices contra fusiles de asalto.

Al tiempo que escribo esta entrada, dos terroristas religiosos se han atrincherado en Francia con rehenes, presumiblemente se trata de los dos que a golpe de kalasnikov mataron a doce personas en un asalto a un periódico porque no opinaban como ellos.

Digo religiosos porque tanto da que sean yihadistas, ismalelitas, anabaptistas o miembros del opus dei. Desde pequeño me enseñaron que la religión sufría ataques a lo largo del tiempo y que solo la fe había conseguido salvarla. Se habla de la persecución de los primeros cristianos y de la multitud de los mismos que fueron asesinados en el coliseo, los que propiciaban dicha actuación también lo hacían amparados en sus dioses, por aquel entonces era una comuna de dioses que primaba sobre otros dioses menores como el dios judío al que seguía una secta del norte de áfrica. En cualquier caso por aquel entonces los dioses de este lado del mundo y por el parecer también los de américa del sur eran bastante beligerantes y no dudaban en barrer y eliminar a todos sus rivales y por tanto las religiones que nacieron después a partir de las mismas heredaban toda su beligerancia. No hay ninguna prueba de que ningún dios haya actuado beligerantemente contra nadie en particular. Decir que ha mandado terremotos y otras desgracias naturales no me sirve pues matan a todos por igual y se salvan tanto los buenos como los malos. De hecho como el azar no reparte equitativamente durante el terremoto de Lisboa los que fallecieron fueron precisamente los que fueron a misa, y que no me digan que esa lo que dios quería pues bien que los que no mueren en situaciones similares dicen que es gracias a dios.

La beligerancia de toda religión es obra de sus seguidores y el número de personas muertas en nombre de uno u otro dios es muy superior a los muertos que se hubieran podido causar por los ateos que hubieran hecho lo propio con un religioso por el hecho de serlo. España, adalid de la inquisición católica es a su vez el lugar en el que en más ocasiones se ha atacado al clero muriendo muchos de los mismos aunque lo más atacado han sido sus propiedades. Sin embargo esos ataques lo eran en contextos definidos de guerra en los que en realidad el clero era también parte integrante de uno de los bandos que por otra parte atacaban a su vez en nombre de ese dios misericordioso que en este caso no había podido evitar que sus conventos fueran atacados... ahí Dios no quería... cuando un terremoto derriba una iglesia, sí.

Ahora se escucha mucho en las tertulias mañaneras que hay que perseguir, expulsar o encarcelar a todo aquel que haya ido a luchar por Alá a países como Irak, Siria o Afganistán, no cuentan con que allí los hay que luchan contra aquellos también en nombre de Alá, (los kurdos por ejemplo) por no mencionar los que les combaten en nombre de otros dioses.

También se habla de que es una guerra política más que religiosa, lo cual es cierto a medias pues solo ocurre mayoritariamente en aquellos lugares en los que la religión se mete en política. Los países son más violentos cuanto mayor sea su relación con la religión ya sea porque esta se haga con el poder del gobierno o porque tenga suficientes seguidores como para hacerla influyente en las decisiones del mismo.

No es casual que los países en los que existe mayor libertad de expresión sean también los que menos influencia reciban de la religión pero también los más atacados por causa de su irreligiosidad. Las armas más utilizadas por un ateo son  el lápiz y el papel, poco efectivos frente a un kalasnikov, pero contrasta con que quienes más propugnan el ataque armado como modo de defensa no dejan de ser creyentes a su vez.

Las religiones son las que más atacan a otras religiones, se podría hablar de una evolución darwiniana de la religión en la que tiende a sobrevivir la más violenta, la que que consigue eliminar a las demás. Todas las religiones son mutaciones de un virus, el virus religioso, destructivo con el huésped y que resulta incompatible con otras mutaciones del mismo. La cura sería la ausencia de religión y por ello todas ellas atacan con más virulencia si cabe al ateo.

La cepa vírica de hoy es una variedad musulmana, mucho más mortífera que el ébola y resulta casi imposible poner en cuarentena a los casos que se localizan por lo que recupero mi dibujo de Mahoma que bien se podía haber quedado sentado esperando a que llegase la montaña.


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