Hace
ya un tiempo, no demasiado pues no hace más de 4 años, hable de una
encuesta que a muchos parecía irreal, más
cercana a la ciencia
ficción y planteaba el escenario de una Cataluña independiente.
Aquello lo llamé pescadores
en tiempo de crisis. Básicamente hablaba de como los extremos se
alejan de los extremos produciendo unos nuevos.
No
analicé entonces cual sería el resultado de una hipotética
independencia, está claro que de primeras a todos nos iría algo
peor. Aunque todo es siempre susceptible de empeorar, también es
cierto que cuando peor se va, menos se nota que se empeora. No entro
en el campo de las individualidades, cuando las cosas iban muy bien,
siempre se podía encontrar quien iba mal y viceversa, lo estoy
planteando desde una prisma global así que por ejemplo todos
aquellos que ya hayan perdido su trabajo, no lo perderán porque las
cosas puedan ir peor, no digo que se alegren porque haya más en su
situación sino que desde su punto de vista las cosas no irían peor
sino que seguirían igual de mal.
Por
ello, un escenario de crisis en el que haya mucha gente mal es el
caldo de cultivo ideal para que muchos piensen que es hora de probar
algo nuevo, ya que peor no puede ser. Si a ello se suma que uno de
los mayores problemas que tiene el país es la corrupción
generalizada y que ya se ha extendido el pensamiento de que da igual
a quien se vote, que todos serán iguales; vuelve a ser fácil pensar
que será más fácil controlar la corrupción desde un punto de
vista local. Por lo menos se evitan redundancias administrativas, y
nadie tiene la sensación de que su dinero se lo roban desde
demasiados sitios distintos.
Si a
ello se suma la visión que dan otros pequeños países europeos como
Holanda, Suiza o Luxemburgo, vuelve a ser fácil creer que son
ejemplos a seguir y que no hay razón para no pensar que en un
futuro, sino inmediato, al menos visible, se pueda acabar teniendo
una calidad de vida similar a la de aquellos.
Yo,
en esto soy conservador, lo soy en pocas cosas, la verdad, pero la
experiencia mundial, sin entrar en porcentajes, me muestra a partes
iguales sitios en los que las secesiones han salido bien y otros en
los que han salido mal. Las divisiones/anexiones territoriales han
sido la tónica de la raza humana desde que existe el concepto de
propiedad, pero raras han sido las ocasiones en las que no ha mediado
una guerra para conseguirlas.
Me da
básicamente igual que después hayan ido mejor las cosas, un
conflicto, bélico o económico siempre trae consecuencias inmediatas
negativas. No hay mal que cien años dure, pero tampoco cuerpo que lo
aguante. Me gusta mirar por el bienestar de las generaciones
venideras, pero mi vista no alcanza más allá de la siguiente
generación y si ahora son felices, no quiero hipotecar su felicidad
a cuenta de la supuesta felicidad de sus nietos.
Pero
claro, si hay muchos que no son felices ahora, resulta fácil pensar
que para ellos es un buen momento para intentar construir un futuro
para los siguientes. Después están los que en todos los tiempos
han ido contentos a las guerras para luchar por los beneficios de
quienes les manejan creyendo que lo hacen por elevados ideales. Las
muchedumbres aborregadas acaban siguiendo a quien las guíe y después
todos acaban preguntandose como empezó todo.
La
respuesta será simple, al margen de los sentimientos nacionalistas
que se hayan ido cultivando en cada lugar, en todos ellos se cultivan
pero como con las plantas, en unos se dan mejor unas plantas que
otras, la razón para una secesión es siempre económica y manipula
a sus participantes prometiendoles un futuro mejor o estropeando el
actual para hacer creer que otro es posible.
Cuando
se mira lo escrito sobre una hipotética secesión catalana, los
argumentos que se esgrimen en uno u otro lado son económicos. Por un
lado Cataluña aporta más dinero del que recibe del conjunto desde
un punto de vista fiscal, por otro, desde un punto de vista comercial
vende mucho más de lo que compra al resto del país. Principal razón
por la cual paga más impuestos. Pero suponer que iba a dejar de
vender es suponer mucho ya que bastantes de los productos que
asociamos como típicamente españoles se producen en Cataluña, ya
no digo que sean españoles, porque en España, a mucho que nos pese,
casi no hacemos nada de aquí. Solo lo producimos aquí para creernos
que es de aquí.
¿Dejaríamos
de comprar SEAT, Nescafé, Danone o cerveza Damm? Puede, pero el daño
se le haría más a sus matrices que a Cataluña, y sin consumo
difícilmente se trasladarían a lo que quedase de España. Un
escenario posible es que se instalasen en ambos lugares para producir
con etiquetados distintos para consumidores distintos. Pero creer que
van a cerrar en Cataluña para abrir solo en el resto del país es
cuando menos iluso, solo sucedería si creyeran que va a ser más
barato. Economía como dije.
Me
llamó la atención que Coca Cola bajase la producción en
Fuenlabrada para aumentarla en Cataluña, toda maniobra tiene un
fondo económico, ¿pensarán que ganarán más así?, en todo caso
no creo que piensen que se va a dejar de tomar cocacola por ello.
Siempre podíamos tomar más Casera, pero tampoco es española, es
japonesa, no nos engañemos, que no producimos casi nada nuestro de
verdad, atacar una empresa solo la desplaza pues las grandes, las
famosas, no tienen su capital en donde están ubicadas y venden en
muchos más sitios.
Ya
hace tiempo que hay gente que anima a no consumir productos
catalanes, es decir, animan a que se destruya la razón económica
por la que no les debería salir a cuenta independizarse. Una de dos,
o son catalanes independentistas o simplemente se dejan manejar por
la competencia de esas empresas. En cualquier caso, si nadie
consumiera ningún producto catalán, ¿no sería más fácil la
independencia?
También
se esgrime el argumento de que no podrían integrarse en Europa, pero
eso, ¿que significa exactamente?, ¿habrían fronteras?, es decir,
más fuerzas y cuerpos de seguridad en ambos lados. Cataluña
seguiría teniendo que pagar lo que paga al conjunto del estado pero
ahora en forma de nóminas para aumentar sus funcionarios y España,
bueno, lo que quedase de ella, no podría prescindir de ninguno. Eso
sí, los fabricantes de vallas y concertinas se pondrían las botas.
Sacar
a Cataluña de Europa podría provocar que tuvieran que pagar
aranceles, pero de ser así, también se pagarían aranceles por
cruzar su territorio, ¿sería viable trasladar todo el tráfico de
mercancías hacia Irun?... ¿también las naranjas de Valencia que
deben llegar en el mínimo tiempo posible? Eso por no
mencionar que una Cataluña independiente sería seguramente un
primer paso para un país Vasco independiente. Así que a este paso
tendrán que cuidar a Aragón, otra que históricamente era
independiente de Castilla, de hecho Cataluña era parte de ella...
menudo túnel que van a tener que hacer en los pirineos, vaya, las
constructoras de túneles igual están también en favor de la
independencia, lástima que en el otro lado no haya ninguna autopista
y algo me da que va a ser difícil convencer a los franceses de que
la hagan.
España
perdería el 20% de su capital, eso quiere decir que debería reducir
un 20% su gasto pero no quiere decir que Cataluña se encontrase con
ese 20%. Buena parte de la contribución catalana al país lo es en
estructuras y organismos comunes. Efectivamente, en gobierno solo
tendrían que pagar lo que ya pagan por gobierno autonómico. No
deberían incrementar el gasto en ello... bueno... sí. Ahora
tendrían que crear un ministerio de asuntos exteriores y mantener
unas pocas más que esas seis embajadas que ahora tienen repartidas
por el mundo pues sus ciudadanos necesitarán apoyo de su país para
poder vender en el exterior. En algún sitio leí que una de las
primeras medidas sería la de crear un ejército,
hasta 25000 efectivos
he
leído
que propone un Think
Tank y que equiparía... ¿como no?, EEUU... está claro que
convencer a EEUU de que saldría ganando con la independencia tendría
bastante peso. Después entran en la OTAN y arreglado... ¿Menguarían
las Fuerzas Armadas Españolas en un 20%?, lo cierto es que esos
25000 son más de un 20% de las fuerzas armadas españolas actuales.
Cataluña pagaría por el Ejército más de lo que paga actualmente,
eso sí, todos gastarían su nómina en Cataluña ya
que
ahora se puede decir que prácticamente no hay efectivos en Cataluña,
lo cual no quiere decir estrictamente
que no haya retornos por ese lado pues sí hay Catalanes en las
Fuerzas Armadas. Lo que ya no tengo tan claro es que vaya a haber
muchos que se cambien de ejército, pero vete a saber, una reducción
del 20% puede hacer que hayan unos cuantos candidatos a migrar a otro
ejército, cosa que ya ha pasado antes con las fuerzas armadas
lituanas, checas o eslovacas.
El
escenario es complicado para Cataluña, pero lo es mucho más para
España pues parece fácil acabar volviendo a los Reinos de
Taifas. Si es viable Cataluña, también lo son el resto de las
comunidades. A fin de cuentas, perder el porcentaje con el que
Cataluña contribuye al país supone reducir la administración
central o aumentar los impuestos al resto para mantenerla.
Es
fácil entender que haya catalanes que quieran ser independientes a
pesar de los problemas que pudieran encontrarse, a fin de cuentas,
por lo menos en teoría, sería tan factible como Croacia, Chequia o
Eslovaquia, de hecho, hasta Polonia era a todos los efectos otra
región de la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas aunque no
perteneciera técnicamente a la misma. Los cambios de un sistema
comunista a uno capitalista que tuvieron que aplicar eran mucho más
profundos que los que se deberían producir en Cataluña para
conseguir su independencia.
A mi
modo de ver, el principal problema no serían los obstáculos ni el
retroceso que tuviera que sufrir Cataluña o cualquier otra taifa
para convertirse en independiente. Como ya he dicho, el contexto de
crisis hace que la pérdida que sufrirán en dichas regiones parezca
asumible y la ganancia potencial es atractiva a medio/largo plazo.
El
problema está en que esa misma crisis está también en el resto de
España y no menguaría por la secesión. Los populismos se hacen
fuertes en tiempo de crisis, en Cataluña se ha canalizado hacia la
independencia reforzando la identidad catalana en detrimento de la
española a la que se asocia con la razón de la crisis. Era fácil
escuchar discursos demagógicos en los que se citaba el uso que se
hacía en el resto del país de los impuestos que ellos pagaban.
Estas batallas dialécticas recibían respuesta no solo de las
comunidades que se consideraban blanco de dichos ataques sino de
nacionalismos fascistas que veían en dichos ataques una oportunidad
para ganar adeptos en un contexto en el que hasta la fecha habían
contado con muy pocos seguidores y ninguna representación en las
instituciones.
Suponiendo
que no sean independentistas catalanes por el provecho que de ello
sacan, los mismos que incitan a no consumir productos catalanes son
los que al mismo tiempo alimentan el odio hacia Cataluña y cualquier
otra región susceptible de querer independizarse, buscando el
culpable que siempre se busca cuando las cosas no van bien. Mantener
las instituciones estatales con un 20% menos de presupuesto es
inviable sin reducirlas por lo que el paro aumentaría
proporcionalmente. Da igual que ya hayan más de 6 millones de
parados y que la causa de los mismos no sea imputable a la separación
de ninguna región, lo cierto es que del aumento posterior si se
culparía a Cataluña y el discurso nacionalista, éste Español,
cargaría contra ese nuevo país echándole la culpa de todos los
problemas de la nación. Más pronto que tarde, todos se olvidarían
de que la crisis, origen de todos los problemas, empezó antes de que
se iniciase ningún proceso separatista.
Por
desgracia, de todo conflicto, de toda guerra, hay quien saca
beneficio económico, por lo que no faltaría quien resultase
beneficiado con que derivase precisamente hacia eso.
La
crisis, la pobreza provoca odio, y el odio es fácilmente
manipulable. El refranero español es bastante descriptivo en este
campo, quizás fruto de siglos de experiencia en el campo del odio y
la envidia. Hay dos que describen básicamente el mismo concepto,
“jugamos todos o rompemos la baraja” “follamos todos o tiramos
la puta al río”, que expresan el punto al que fácilmente se puede
llegar. Aquello de estar dispuesto a estar peor si ello significa que
tu enemigo esté también mal es algo que se ha mamado en el colegio
desde bien pequeño. Da igual que se sea Sevillano, Madrileño,
Bilbaino o Catalán, todos hemos bebido del mismo frasco de la mala
leche. Así que será fácil encontrar quien dirija a unos en contra
del resto. Esas voces, que no tenían, ni tienen todavía, ningún
eco o apoyo, empezarán a crecer cual amanecer dorado griego o
partido obrero alemán. Entonces dará igual que no puedan lograr
ninguno de sus objetivos y que sus acciones estén lejos de mejorar
la situación de nadie. La misma chispa que alimenta el separatismo a
pesar de los escollos que puedan encontrar, alimentará el odio que
convierta la península en una nueva versión de los Balcanes.
No
faltará la nación oportunista y el inversor sin escrúpulos que
apoye a unos u otros, todo sea por el reparto del botín de lo que no
se haya destruido, y en todo caso reconstruir es otro de esos
rentables negocios tan extendidos por el planeta y debilitar Europa
como conjunto de países puede resultar tentador para más de uno,
por no decir de lo increíblemente lucrativas que han resultado ser
todas las guerras del pasado. Incluso se acabaría con el problema de
la inmigración a través de las fronteras españolas, ¿que
inmigrante iba a salir de una guerra para entrar en otra?, y cuando
acabase todo, tendríamos otra vez un lugar desolado en el que volver
a producir por dos duros. Aquellos que ahora encuentran oposición
para buscar petroleo no tendrían a nadie enfrente para oponerse a
ninguna prospección y otros lugares incrementarían sus ingresos
gracias al turismo que dejase de ir a ninguna playa española.
Ciertamente,
pase lo que pase, habrían muchos que se beneficiasen de lo que
pasase, pero los que ya estamos aquí, los que veríamos caer los
chuzos de punta en uno u otro lado, no creo, sinceramente que
viéramos ninguna mejora.
Cuando la República Checa y Eslovaquia se separaron, ninguno se quedó con el nombre
del conjunto, la razón es que partían de un país que ya de origen
era una federación de otros dos en el que hasta el nombre era la
suma de ambos. Como si España, en lugar de ese nombre hubiera
adoptado el de Castillaragón y se hubiera separado en esas dos zonas
históricas con el convencimiento, en ambas zonas de que eran ellos
los que salían beneficiados. En Checoslovaquia con la crisis del
comunismo llegaron a ese punto en el que todo parece que no puede ir
mucho peor, se separaron porque unos pensaban que estaban alimentando
a los otros y los otros porque creían que eran los únicos que
realmente estaban creciendo. Les resultó relativamente separarse
porque todos querían hacerlo y ahora se llevan bien e incluso ahora
fomentan de nuevo aprender la lengua del vecino.
Por
desgracia, Este país, con todas sus Taifas es más dado a romper la
baraja para que nadie pueda jugar, o tirar la puta al río para que
nadie pueda follar.