sábado, octubre 29, 2011

Agua caliente. Crisis, aeropuertos y caracoles.

Las cosas no siempre evolucionan a mejor, no me hace falta ser ciudadano de Sarajevo para llegar a esa conclusión, ni darme cuenta de que hay productos que tienen más de veinte años con más esperanza de vida que otros que aún están pendientes de fabricación y eso que aquellos, ya se fabricaban bajo los preceptos de la obsolescencia programada. Quizás lo único que ha evolucionado sea la capacidad de los ingenieros de producir productos que acerquen su fecha de inoperabilidad a la de caducidad o garantía obligatoria.

En un panorama destructivo de ventajas como el que vivimos no creo que estén por la labor de promulgar leyes que promuevan la ampliación de la garantía obligatoria... desincentivaría el consumo y por tanto los impuestos recaudados... Al planeta... ¡que le den!, es mejor hablar de ecología que practicarla.

Recuerdo cuando subí por primera vez en un avión, sería 1987... o 86... no recuerdo tanto pero si lo suficiente para recordar que salimos de Valencia con destino Tenerife, hacía escala en Gran Canaria pero no bajábamos del avión. Por aquel entonces volaban menos compañías y con menos aviones ibas a más sitios... eso sí, más caro.

En 1995 me fui a Gran Canaria, fue una larga luna de miel de recién casados que duró casi cuatro años por cortesía de la empresa. No me imaginaba entonces que iba a subir tantas veces en avión, seguía siendo caro aunque como residente en las islas tenía un descuento que abarataba un poco el coste. La oferta se había ampliado a compañías como Air Europa o Spanair, probablemente en alguno de aquellos viajes subí al avión que años más tarde no levantó el vuelo en Barajas. Al menos al principio seguían existiendo vuelos directos con destino a distintas ciudades españolas, Valencia entre ellos.

Todavía no había vuelto de las islas cuando Iberia inició un cambio que el tiempo me ha demostrado que se aplica en muchos lugares. En lugar de ir a Valencia, el avión volaba a Madrid y de allí salían otros hacia las restantes ciudades, curiosamente en los paneles de Gando se veían cuatro vuelos con destino a esas con distintos números de vuelo que salían todos a una como los mosqueteros.

Entonces empezó la era de la optimización de recursos aéreos, pero la rentabilidad para el pasajero de tomar el segundo vuelo era cuestionable. Si el enlace entre ambos era reducido se corría el riesgo de perder el vuelo, si era muy grande se llegaba antes por otros medios. Entonces todavía no existía un medio de transporte eficaz entre barajas y Madrid pero es algo que sí se mejoró.

Entonces nacieron las compañías de bajo coste, reducían el peso de los aviones reduciendo el equipaje a portar y optaban por utilizar aeropuertos a los que entonces, por la centralización de los vuelos, se volaba menos. Una subvención equivalente al 50% del pasaje potencial aseguraba la rentabilidad de los vuelos aun sin llenar los mismos a un precio irrisorio.

Proliferaron los aeropuertos porque eran el futuro, pero era un futuro ficticio pues dependía de la subvención oficial ya que las compañías que operaban vuelos sin subvención no los usaban. Termina la subvención... ¿para que sirve el aeropuerto?

Los hay que han operado por los pelos, Ciudad Real (este ya no), León... y los hay que difícilmente llegarán a operar y no sirven ni para hacer un mercadillo como el de Castellón (donde gastar dinero parece bien fácil, aquí, y aquí y no lo quiere ni el aeroclub... que vaya tela). Lo peor de ello es que su futuro depende de su uso para el transporte de mercancías pero claro, no serán azulejos los que salgan de Castellón sino otros productos los que producidos en cualquier otro país en el que sea más barato producirlos serán los que llegarán para agravar aún más si cabe la crisis productora del país. Basta darse cuenta a modo de ejemplo que las flores provenientes de kenia estuvieron entre las que las que más sufrieron por la huelga de controladores.

Pero la situación es la misma en todas partes, en Alemania el tráfico se ha centralizado en dos aeropuertos, Munich y Frankfurt, el volumen de tráfico se ha aumentado de tal modo que cuando la niebla no permite operar a uno de ellos los retrasos afectan a todos los vuelos internacionales, el pasado viernes me pasé una noche en Munich por culpa de una niebla que ya no existía a la hora que debía tomar mi vuelo de enlace. Antaño había más tiempo entre salidas, ahora al apretarse más, es mucho más difícil encontrar un hueco para un vuelo que no pudo salir antes y se cancelan más vuelos... curiosamente no hay compensación económica por ello, te pagan el hotel y tienes que dar las gracias.

Pero los cambios se realizan poco a poco, solemos perder la noción de lo que había hasta ahora y seguimos creyendo que el futuro mejorará la situación mientras escuchamos a nuestros mayores hablar del pasado con nostalgia... eran más jóvenes... pensamos, pero no todo va a mejor, no decimos nada porque al final estamos como caracoles en agua templada, un poco más de calor y sudamos, nos despojamos de nuestros privilegios como los caracoles sacan el cuerpo del caparazón y cuando es demasiado tarde el agua entra en ebullición y no somos capaces de recuperar lo perdido como el caracol que engañado ya no es capaz de volver a su caparazón. Bueno... algunos lo consiguen... pero mueren dentro de él para fastidio del comensal que ahora muestra su único interés armado con el palillo con el que desahuciar al caracol que ya no lo es, que no hace otra cosa que alimentar a aquel que le quiso engañar con el agua caliente.

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