lunes, agosto 08, 2011

Como ver la paja en ojo ajeno y no ver la brastwurst en el propio.

Artículo francamente ofensivo el que según libertad digital ha publicado Der Spiegel sobre los desayunos españoles. Nos pone de vuelta en vuelta, empiezan por el café, que es tan fuerte que hace un agujero en el estómago, para seguir insultando a los españoles por mojar el churro en el café, al que por cierto menciona como rosquilla de grasa o hasta metiendose con el hecho de que el vaso de leche vaya lleno hasta el borde.

He vivido ocho años en Alemania, tengo muy buenos amigos allí y reconozco que la preocupación que en las guarderías tenían por la alimentación sana de sus hijos era a partes iguales entre envidiable y agobiante.

No diré que no le falte razón sobre la cantidad de colesterol que se puede ingerir con una docena de churros, tampoco diré que no sea cierto que el café español, comparado con el alemán, parece algo más cercano a un café que lo que lo es el agua chirri que allí toman filtrando medio litro de agua con un par de granos mal molidos de café que tienen la verguenza de cobrar a precios desorbitados porque se trata de un espresso italiano... si el impresentable que escribió esas lineas hubiera venido a Italia, donde ahora me encuentro, llegaría a la conclusión de que el café español está aguado y que el alemán procede directamente del desague de la pila en el momento de aclarar la cafetera.

Pero ese alemán parece que no acudió nunca a un supermercado de los que abundan en su tierra. Desde hace un tiempo me gusta entrar a los supermercados de los distintos paises por los que paso para definir que parte del mismo me dice en que país me encuentro.

En Italia llama la atención los pasillos dedicados a la pasta, no es solo un pasillo, son varios con la pasta a ambos lados, el tomate no ocupa el mismo espacio pero un observador llegaría fácilmente a la conclusión de que los italianos solo comen pasta con tomate... y es así.

En Estados Unidos la sección más destacada es la de los congelados, no solo por los productos que venden congelados sino por la suma de las comidas precocinadas más los helados. Las comidas precocinadas van en un plastico ya preparado para el microondas y no hace falta ni manchar el plato, solo faltan los cubiertos.

La parte que más llama la atención en España sería la de los embutidos, ese pasillo en el que se ven todos los jamones colgando enfrente de los lomos, chorizos y similares que sin lugar a duda causan sensación a muchos extranjeros... la pescadería española es igual que la italiana pero a un americano, eso de asociar lo que come con la forma de un animal le causa grima...

Los alemanes tienen congelados pero no llaman la atención, la pescadería... no saben lo que es, pero ¿como iban a poder ni tan siquiera comprar pescado? no nos olvidemos de que la basura con los restos de carne y pescado la mantienen en sus casas hasta 15 dias que es el tiempo que tarda el basurero en recogerla de nuevo. Si comes pescado y tiras los restos a la basura, los vecinos se quejan de que huele... ¿no va a oler?, así que para comer pescado debes ir a Holanda y comprarlo el día antes de la recogida de la basura. Otra cosa es el problema de tener bebés... que no aguantan la cagada hasta entonces y la mierda diaria acaba en el mismo contenedor... el de los 15 días...

Si tienen embutidos, pero son las salchichas de frankfurt en distintas presentaciones, mortadelas diversas que por supuesto tienen tanta grasa o más que unos churros y que es lo que ellos dicen tomar saludablemente para desayunar... junto al café de calcetín.

Pero la sección más importante de los supermercados alemanes es el de las chucherías, las hay de todos los gustos y sabores, en paquetes industriales o con ocasión de cada una de las fiestas que celebran. No terminan de retirar los paquetes navideños cuando entran los de semana santa, el dia de la madre, carnaval, halloween, san nicolas y vuelta a empezar. Los niños se alimentan de chuches y huevos kinder, ¿es eso sano?

Por lo general, una familia alemana desayuna fuerte, mantequilla en las tostadas, embutido diverso, mermeladas, huevos duros o pasados por agua, los hay que toman esas alubias pegajosas con tomate que tanto furor causa entre americanos e ingleses, el café de calcetín y zumo de multifruta procedente de vete a saber donde pero eso sí, enriquecido con una pila de vitaminas.

Un desayuno contundente, más o menos recomendable pero siempre... siempre igual, más aburridos que Franco inaugurando pantanos en el Nodo. Uno podría pensar que despues, a la hora de comer, lo hacen saludablemente, pero la mayoría comen un sandwitch de pan industrial con el embutido que no se comieron con el desayuno o unas salchichas a trocitos en el tupper... o unas patatas fritas con mayonesa a imagen y semejanza de sus vecinos belgas.

No comen nada más... desde la hora a la que tomaron el desayuno los truenos de los estómagos famélicos de los alemanes antes de salir del trabajo claman al cielo por llevarse algo a la boca, y atacan las bolsas de patatas, cacahuetes y demás guarradas que encuentran hasta que se les hace la hora de la cena... entre las cuatro y media y las siete de la tarde... (estos últimos no pueden tener hijos)

La cena, si has sido el agraciado invitado a una de estas, puede consistir en cantidades ingentes de salchichas con las que justificar una ingesta abusiva de cerveza más bien templada pues no la guardan en la nevera sino en el sótano o en la entrada de la casa... será una cerveza buena... pero ¿templada?, yo llegué a acostumbrarme a ello pero por mucho que no me disgustase, donde esté una San Miguel en vaso helado que se quiten todas las bitburg.

Claro que tampoco se van demasiado pronto a la cama, así que vuelven a picar chuches hasta que se duermen porque con lo que tiene que pasar hasta que llegan al desayuno se mueren de hambre... y claro, así desayunan.

Los domingos, ese día en el que los españoles tomamos nuestros churros, desayunan más tarde y la comida simplemente no la hacen. En su lugar se meten entre capa y espada tantas tartas, a cual más dulce y grasienta, como caben encima de la mesa... aderezadas, como no, con el café de calcetín, del que no lo he mencionado, pero en lugar de hacer un agujero en el estómago, lo que produce es una via de escape directa a todos los productos contenidos en el aparato digestivo... cuando tomas el primero, sales corriendo en dirección a la puerta del water en el que hacer sitio a todo aquello que comerás luego.

Llama la atención la existencia de unos restaurantes en los que la gente se sienta a mesa corrida, todos están bebiendo como si de un october fest se tratase y existe la opción de pedir un codillo... muy saludable, con puré y chucrut... lo que llama la atención no es tanto el lugar como el cuarto de baño en el que existe una pila sin grifo pero con una palanca para tirar de la cadena. Evidentemente no es un water pues se encuentra en la entrada y es demasiado alto para sentarse pero no hay lugar en el que poner las manos para que te caiga el agua del grifo. Señores... ese lugar está ahí exclusivamente para que estos civilizados ciudadanos del norte puedan evacuar por el orificio de entrada sin necesidad de tomar café ni acabar enganchados a la taza del water donde se enganchan de todos modos pues no todos los bares cuentan con estos avances ceramico sanitarios.

Así que queridisimo reportero del Spiegel, la próxima vez que pases por España, recuerda que en Alemania también se cuecen habas... pero saben peor y que si le parece curioso como comemos los churros, no le digo lo que parece que están haciendo cuando comen sus salchichas...

Pero sin acritud, ¿eh?

4 comentarios:

A Solas Con Lucía dijo...

jajajjaja Muy buena crítica, me ha gustado tu tono humorístico un montón. un besazo.

Outsider dijo...

Gracias.

Titajú dijo...

¡Menudos hijos de p..! ¿Por qué los ingleses me decían a mi lo mismo? Yo trabajaba en un hotel y comía allí; no saben comer, y nos ponían verdes a los españoles. Sobre todo el imbécil de mi tío, que tanto criticar y se ponía ciego de marisco, sangría, albariño, chorizos a vino y paella cada vez que venía a España. Eso sí, se traía la gelatina de London porque decía que la fruta de España no sabía a nada, y eso que la cogíamos de árbol.
Ignorantes...

Outsider dijo...

Eso pasa con muchas cosas... te acostumbras a las madalenas industriales que compraba la abuela y despues las caseras ya no saben a las de la abuela.

La culpa la tiene "litoral".