jueves, diciembre 10, 2009

Desorientado.

A juzgar por el título del post uno puede pensar que me encuentro perdido, sin rumbo en un sentido figurativo de la palabra, pero no, en realidad es parte de la aventura de ir a cenar ayer por la noche. Algo que justifica el nombre original de este blog y que aún perdura en su dirección web.

El día amaneció cenizo, valga la redundancia, pero es que aquí es raro el día que no amanece con una llovizna pegajosa y fría que cae de unas nubes grises que lo caracterizan. En el mismo curso que yo, hay unos italianos que no están conmigo en Napoles pero a los que parecía haber caído en gracia porque no tienen necesidad de hablar conmigo en ingles. Yo les entiendo medianamente cuando hablan en italiano y ese batiburrillo que monto mezclando español, catalán y lo poco que he podido aprender de italiano hasta la fecha les permite entenderme sin necesidad de apoyarse en un idioma que no les gusta.

Quizás por ello, me invitaron a que les acompañara a cenar con otro italiano local que les iba a guiar a un restaurante italiano... para variar. Como no tenía ningún plan previo decidí acompañarles pero no estamos hospedados en el mismo hotel por lo que el italiano que iba a conducir, el local, indicó un punto intermedio, a unos 3 minutos de mi hotel (lo se porque lo he calculado a la vuelta) para recogerme antes de ir al restaurante.

Tantos años en Alemania han debido hacer mella porque salí casi 20 minutos antes de la hora, con lo que llegué con bastante tiempo de antelación. Sin embargo el sitio acordado tenía un letrero que indicaba claramente que se trataba de un aparcamiento reservado a los clientes del restaurante en el que no pensábamos cenar, así que opté por no dejar el coche en ese lugar e intentar aparcar en el otro lado de la vía.

Para dar la vuelta tuve que avanzar un par de kilómetros porque no quería hacer un cambio de sentido a la Napolitana, cuando alcancé la misma posición me encontré con que al otro lado había un concesionario de automóbiles donde no estaba claro que pudiera aparcar así que llegué hasta el cruce y me encontré directamente en la autopista.

Al rato de circular por la autopista buscando un cambio de sentido encontré una salida pero hice el cambio de sentido antes de hora... ahí si fue napolitano, y me encontré en el mismo sentido de la autopista.

La autopista se dividió en dos y como veía que el carril de la derecha pasaba por encima de la autovía en la que iba opté por tomar esa dirección... mas en el otro lado no había un cambio de sentido por lo que había cambiado de autopista y seguía alejándome del punto de contacto.

Salí en una zona industrial pero al cruzar la vía no encontré una incorporación a la autovía que había dejado por o que seguí por fuera intentando orientarme lo mejor que pude hasta que me perdí.

Un cuarto de hora después de la hora a la que habíamos quedado me llamaron porque no estaba allí, pero mientras hablaba encontré una señal que me orientaba de nuevo. Llegue de nuevo al restaurante de partida otros quince minutos después pero habían decidido no esperarme así que volví al hotel a cenar.

Me resulta curioso que después de ver la poca seriedad que tienen los italianos en cuestiones de puntualidad, me haya encontrado, después de haber salido muy puntual, demasiado incluso, con que no han querido esperar a alguien que sabían que estaba perdido buscando el camino de vuelta.

Sin embargo me vino bien. Después de hacer más de 100 km a todo trapo me dí cuenta de que bien podían haberme ido a buscar al hotel para no dejar el coche de alquiler abandonado en un parking privado a 3 minutos de mi hotel ya que de todos modos esperaron más tiempo del que les hubiera costado hacerlo.

Al volver a cenar al hotel, no me vi privado de beberme unas cervezas porque no iba a tener que coger el coche ni esos 3 km en los que conforme se planteaba el día seguro que me habría parado la policía en un control de alcoholemia.

4 comentarios:

Elektra dijo...

Jajaja, has contado la odisea estupéndamente. Estaba encantada hasta que he llegado al punto en el que se supone que tenían que estar los italianos pero resulta que se habían ido. La gente es la hostia. Vaya impresentables!! Hijo, que suerte tienes con los que te rodean últimamente. Entre esto y el de la mala jeta de la historia de los snacks se le quitan a uno las ganas de salir de casa.

Bueno, pues un beso.

(por cierto, mira el palabro que le has puesto a Javier para poner insomnio, que me quejaba yo el otro día del mío pero has rizao el rizo, jajajaja)

leticia dijo...

Podía imaginar cada detalle como si estuviese viendo una peli... me he divertido mucho.
Ahora, ¡qué poca paciencia la de los tanos!, y ¡qué poca amabilidad!
Te dejo un beso.

Titajú dijo...

Genial. Nosotros dimos una vez cinco vueltas a una rotonda de la circunvalación de Sevilla, intentando encontrarle sentido al sentido.
Y no la encontramos.

Rembrandt dijo...

Si me hubiera tocado a mí hubiera entrado en pánico , soy muy temerosa cuando me encuentro en lugares desconocidos , aunque siempre trato de estar acompañada y nunca aventurarme sola.

Me alegro que todo haya terminado bien, no hay como estar en "casa" jajajaja.

Besos y cuidate si?
REM