domingo, noviembre 29, 2009

La piedra de la muerte.

Iba a poner esta canción, con toda su fuerza en el silbido, pero despues de ver el video me he dado cuenta de que la fuerza de la canción se desvanecía ante la contundencia de los hechos de esa otra verdad incómoda que gira entorno a uno de los grandes absurdos de la humanidad que reta al sentido común... y por desgracia... gana.

Cuando un cuadro vale el dineral que se llega a pagar por él, se paga el talento de un artista para crear una obra única. Si ésta, además resulta ser irrepetible, su precio sube en una espiral sin sentido donde se pierde el autentico valor de la obra justificado únicamente por la ley de la oferta y la demanda.

Los diamantes, sin embargo juegan otra guerra... (bueno... juegan muchas guerras pero las otras guerras son de todo menos juegos...), la oferta es inmensa y el costo de producción de un diamante no es superior al de producir una naranja, teniendo presente el dinero que se le paga al que lo encuentra.

Por otra parte no son únicos, ya que cuando lo son se devaluan, se les considera impuros y sucios, así que resultan ser todos iguales, una vez tallados no hay forma de distinguir uno de otro del mismo tamaño.

La gente los codicia, pero solo por su precio ya que dificilmente se podrá distinguir a simple vista el bueno del trozo de cristal salvo en el precio. La oferta de diamantes de alta calidad es muy superior a la demanda de ellos que se pudiera tener en la industria médica o cristalera... pero estas industrias están limitadas por la absurda costumbre de regalar pedruscos en su sentido más peyorativo como muestra de amor... o remordimiento.

Y nadie, ni el que lo compra ni quien lo recibe se percatan que tras cada cumulo de atomos de carbono, se esconden miles de muertes y miseria a raudales alimentando otra industria que crece a la vera del carbono, la de las armas con las que mantener las guerras que por culpa de ese trozo de piedra se producen.

Por cierto... allí no entra nadie en misión de paz.

4 comentarios:

Titajú dijo...

No entenderé jamás esa pasión por piedras, perlas... sólo son rocas, minerales que brillan.
A mi me gusta la bisutería, pero no entiendo esa pasión por las joyas, ni por el oro.
Una vez vi un documental sobre ese tremendo agujero en la tierra, y decía que los aviones no pueden volar por encima porque su succión era tremenda.
¡Y todo por apartar piedras para encontrar más piedras!

Outsider dijo...

No sabía lo de la succión... me suena raro. Me pregunto donde van todas las piedras que descartan...

Titajú dijo...

Aquí te dejo un enlace que habla de ello. Yo en su día lo vi en un documental (no el accidente, claro).
http://www.dogguie.com/el-hoyo-mas-grande-del-mundo/


Las piedras que descartan las tiran detrás de mi casa. Hace unos años había un mirador y ahora hay un montículo.

Zayi Hernández dijo...

Nunca he sido muy amante de las piedras... de hecho soy tan básica que llevo los mismos aretes desde hace cuatro años...cuando me pongo otros, regreso a los mismos...Yo no pagaría por piedras...mi esposo me regaló una cruz con unas cuantas y nunca la he estrenado... no me gustan las piedras...
Besitos.